Créditos: Erivil
Por Flor Faragó.
Es una realidad que cada vez más hombres (de los que "arañan" los 30 y también los que ya los pasaron hace rato) ¡siguen viviendo en la casa con mamá y papá! Y el tema en cuestión va más allá de su situación económica, porque ellos son profesionales, tienen buenos ingresos y podrían independizarse. Si quisieran, claro. Entonces, ¿por qué no lo hacen? ¿Se trata del famoso síndrome de Peter Pan, es decir, de hombres que se niegan a dejar de ser chicos, que se rehúsan a crecer y a desprenderse del título de "hijos de" para convertirse en verdaderos adultos responsables? ¿O es más bien una cuestión de comodidad absoluta, sumada a la falta de compromiso y de proyectar un futuro de a dos? Muchas de nosotras nos sorprendemos cuando conocemos a un chico amoroso, amable, educado, todo marcha de maravillas y, de pronto, nos comenta, así como al pasar, que su domicilio ¡es la casa familiar! De más está decir que la noticia nos cae como un balde de agua fría. ¿Y ahora qué? ¿Cómo mantenemos la intimidad de la pareja? O, más preocupante aun, ¿qué futuro tiene nuestra relación en ese contexto? Porque al vernos en este baile, inmediatamente pensamos: ¡adiós a las veladas románticas!, ¡chau a dormir juntos en su cama!, ¿siempre voy a tener que jugar de local yo?, ¿tendrá intenciones de dejar la casa de los padres en algún momento?, ¿realmente quiere algo serio y a largo plazo conmigo? Son muchas preguntas, sí, pero no desesperes, porque no todas las situaciones son iguales, y hay que tener en cuenta cuál es la tuya para ver cómo podés remarla... o no.
El que lo hace por necesidad
Este es el caso más feliz porque engloba a aquellos hombres que no tienen aún el dinero suficiente para alquilar o comprar un departamento, pero que lo están ahorrando para irse cuanto antes de la casa de los padres. También integran este "grupete" los que se acaban de separar/divorciar de sus parejas y no tienen más remedio que volver a vivir, "por un tiempo", con sus viejos. Como sea, amiga, te recomiendo "alta" paciencia, porque vos sabés que el muchacho tarde o temprano va a despegar de ahí. Cuando realmente sientas que estás sin ganas de socializar con tooooda la parentela, sutilmente decile a tu chico que querés estar a solas con él, ¡vos sabés cómo!, y cuando te deprimas por la falta de un espacio, ¡pensá que pronto vendrán tiempos mejores!
El que es el típico "nene de mamá"
A estos hombres los conocemos todas, son divinos, caballeros, huelen bien, y con ellos te divertís muchísimo, hasta que... te llevan a su casa y resulta que no es suya, ¡sino que la comparten con la mamá y el papá! Y para colmo, tras varias visitas formales, ¡descubrís la relación que tiene con la madre! Ella le hace las milanesas perfectas, doradas, con limoncito y bien crocantes. En este caso, lo mejor es que converses con él e indagues si tiene alguna intención "próxima y real" de independizarse. Y no estaría de más hacerle saber que vos no sos como su mamá ni pretendés serlo. Es posible que esta charla funcione y descubras que el muchacho tiene potencial para "despegar" del nido familiar –y de su mamita–. Si es así, ¡bien por vos! Si no, pensalo mejor...
El que se "aprovecha" de la vivienda familiar
Es la situación menos afortunada de todas. Se trata de esos muchachos "ganadores", sexies, amantes de la fiesta y de la joda, que te seducen porque todas las chicas quieren estar con ellos, pero ¡sólo hasta que descubren que no viven tan solos como dijeron, sino en una especie de "anexo" de la vivienda familiar!
Siempre se puede elegir
No salir del "nido familiar" es una opción que nos protege y nos salva de responsabilidades. Independizarnos implica un contrato con uno mismo y con otro, ceder. Por eso, muchos hombres deciden seguir siendo "hijos". Pero ¿qué lugar puede haber ahí para una mujer? No hay mucho que puedan hacer por esos muchachos que no quieren crecer, pero hay muchos otros que decidieron ser hombres. La que elige sos vos.
Por la Lic. Andrea Pallisé, psicoanalista.
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