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"En Sri Lanka, encontramos mucho más de lo que fuimos a buscar"


Las exóticas tradiciones de la isla asiática

Las exóticas tradiciones de la isla asiática



El siguiente relato fue enviado a lanacion.com por Daniel Forster. Si querés compartir tu propia experiencia de viaje inolvidable, podés mandarnos textos de hasta 5000 caracteres y fotos a LNturismo@lanacion.com.ar
Hace años que viajamos por Oriente. Más que viajes son experiencias que van cambiando nuestras vidas.
Sri Lanka es una isla, antiguamente llamada Ceilán, que forma un país muy particular, no solo por su maravillosa geografía y su exuberante vida salvaje sino porque el 75% de la población es budista Therevada.
En Sri Lanka los chicos aprenden la filosofía budista en el colegio y meditan desde pequeños. La educación es gratuita y el gobierno entrega los uniformes blancos y todos los materiales de estudio.
Es extraño para nosotros ver la infinidad de templos budistas y estatuas de Buda en la ruta, en las ciudades y en los pueblos.
Cuando en una sociedad el modelo a seguir es el de un hombre tranquilo, pacífico, sonriente y feliz, que propone hacer un trabajo interior a través de la meditación para alcanzar la sabiduría, definitivamente genera personas increíbles, de una bondad infinita y una alegría particular. Al relacionarte con la gente y cuando observás las relaciones entre ellos se percibe claramente su forma de vivir y su educación.
Los vínculos fluyen con respeto, con un profundo interés en el interlocutor y una vocación de ayudar y hacer sentir bien al otro.
En Sri Lanka, no hay robos ni violencia a excepción de algunos problemas que tuvieron con los tamiles, la población hindú del norte de la isla que es una minoría étnica, pero que ya parecer estar solucionado.
La jungla ocupa gran parte de la isla. Palmeras, árboles milenarios y únicos se van entremezclando con los campos cultivados de arroz, plantaciones de mango, de árboles para extraer el caucho, de ananás, de café, de canela, de especias y de verduras de todo tipo. Merecen una mención aparte las plantaciones de té en las montañas del centro de la isla. Sri Lanka tiene el mejor té del mundo y es el tercer exportador a nivel mundial.
Los más de 3000 km de costas, coronados con playas divinas donde el océano Índico acaricia la arena. Delfines, ballenas y una enorme fauna marina son parte del paisaje.
La fauna terrestre es sorprendente: elefantes salvajes que se cruzan por la ruta, pavos reales, ciervos que pastorean en algunos pueblos tranquilamente, monos de muchas especies, pájaros por doquier, pavos reales, garzas blancas, murciélagos gigantes, búfalos de agua entre otros menos comunes.
Aquí todos conviven con el hombre, a veces disputando territorios de manera pacífica, por ejemplo entre los elefantes y la gente que quiere proteger sus plantaciones. Se ve que se puede.
La comida definitivamente asiática, con gran cantidad de pescados y mariscos es exquisita. Curris de todo tipo, cocciones en leche de coco y una variedad de platos regionales se dejan disfrutar en todo momento, a precios muy económicos.
Mangalá, el chofer que contratamos, nos mostró orgulloso su país y su pueblo. Mangalá fue nuestro chofer, nuestro guía, nuestro maestro budista y nuestro amigo. Después de 13 días nos abrazamos y nos despedimos con lágrimas en los ojos.

La enseñanza de Epul

Durante nuestra estada, recorrimos muchos lugares. Colombo, la capital, con su coloridos mercados, su historia, su gente, la enorme librería de budismo Theravada, única en el mundo donde pasamos horas seleccionando bibliografía para profundizar nuestra búsqueda. Estuvimos en Anuradhapura, recorriendo sus estupas, sus monasterios y sus templos. Fuimos a la playa en Trincomalee. Visitamos Kandulla, el templo del Buda de Oro. La piedra volcánica de Sigirinya.
Pasamos por el templo donde 400 años antes de Cristo se realizó la convención budista donde se decidió escribir por primera vez las palabras de Buda en idioma Pali sobre las hojas del árbol de palma.
Paramos en Kandy, con su divino lago central, vistamos la ciudad universitaria, y el templo donde esta el diente de Buda que produce una atracción y devoción a locales y extranjeros y su magnífico jardín botánico. Hicimos un safari, donde pudimos observar más de 60 elefantes salvajes haciendo su vida, pasamos por Polonnaruwa. Hicimos trekking en la montaña. Recorrimos las plantaciones de té de Nuyara Eliya donde vistamos la fábrica de té que produce el té que toma la familia real de Inglaterra. Y recorrimos muchos kilómetros en auto, disfrutando de los paisajes, de la selva, de pequeños poblados y ciudades.
Tuvimos la suerte de ir al Nilambe Meditation Center. No fue fácil encontrar el lugar ni conseguir que nos invitaran. Al llegar a la cima de la montaña, en medio de la selva un cartel pedía silencio. Allí conocimos al maestro Upul, que nos recibió con una sonrisa y unos tiempos tan pausados que se hacían eternos. Luego de una breve charla nos invitó a hacer con él una meditación metta (meditación de amor incondicional) que duró más de media hora, y nos invitó a pasar el día en silencio meditando junto con algunos extranjeros que van a hacer retiros espirituales. Solo en el horario del té pudimos hablar y conversar con Upul que con su paz y tranquilidad, me contestó algunas de mis dudas sobre la meditación Anapanasati que no terminaba de entender.
En Sri Lanka, encontramos mucho más de lo que fuimos a buscar.
¿Vacaciones con un giro inesperado? ¿Una aventura que marcó tu vida? ¿Un encuentro con un personaje memorable? En Turismo, queremos conocer esa gran historia que siempre recordás de un viaje. Y compartirla con la comunidad de lectores-viajeros. Envianos tu relato a LNturismo@lanacion.com.ar. Se sugieren una extensión de 5000 caracteres y, en lo posible, fotos de hasta 5 MB.

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