El sábado voy a estar recibiendo en casa a Silvina (cansadadepensar) porque quiere hacerme una entrevista -sobre el blog- para un trabajo práctico de la facu.
Mi ego se sonroja en parte... y siento algo de esas cosquillas que Lucio describiera el otro día. ¿Estaré a la altura de sus expectativas?
Fuera de los nervios y de la fanfarronería, bien solapada, está la emoción real de sentirme valorada, reconocida.
Y a la base de todo, el juego, las ganas cambiar de lado... (yo que las más de las veces anduve preguntando).
Nunca me sentí estrictamente periodista, pero siempre sentí que entrevistar era una herramienta que tenía fácil. Por cierta capacidad empática (naturalmente dada) para captar la naturaleza humana... y ante todo, ANTE TODO, por una curiosidad insaciable por mis coetáneos.
En realidad, lo que -verdaderamente- me moviliza es el ENCUENTRO, la comunicación, el interés genuino de una y otra parte. Nuestra cultura ha endurecido los lugares, por así decirlo... de un lado el objeto de la curiosidad (el entrevistado) y del otro lado, un hombre ejerciendo su oficio.
A mí me da igual estar aquí o allá. Lo fascinante es cuando ambos confían, como dijéramos ayer, se abren y son fieles al juego que están proponiendo. Ahí, si se mantienen disponibles, frescos, indagatorios consigo y con el otro, algo puede revelarse. Algo que sólo necesita ser expresado para dar sentido, para completarnos... otro poquito.
¿Estoy escribiendo difícil?
¿Alguna vez entrevistaron a alguien? ¿Alguna vez fueron entrevistados?
Si pudieran elegir cualquier ser humano (vivo o muerto) para charlar, ¿con quién les gustaría hacerlo?
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