Me quedé dormida, ufa, y ahora ya son pasadas las 2 de la mañana y tengo que sentarme a escribir un texto sin ninguna idea. O sin ninguna gana. O con mucho sueño.
Como sea, tengo mucho miedo de fracasar en el intento.
Me traje un té de vainilla y un vaso de Ginger Ale. No es que tenga sed, pero antes de quedarme dormida, había pensado (¿en?) hablar de esto. No exactamente del vaso de Ginger, sino de lo que esa gaseosa, esa bebida cola, ese sabor en particular me había "abierto". Mis viajes al exterior, sobre todo a Florida, con mis viejos. Y más en particular, todos los SABORES NUEVOS que viajar al exterior me -y nos- permitía ir descubriendo.
La gaseosa de Ginger Ale era un clásico de mi hermano. Incluso en el mismo avión la pedía.
El Hot Cocoa Mix con marshmallows era un chocolate caliente que tomábamos ambos con unos merenguitos que se derretían, riquísimo. Lo que daría por volver a probarlo. No por lo rico, sino por todo el significado que tuvo en mi pasado. Nos gustaba tanto que comprábamos un par de cajitas y las traíamos de vuelta, para seguir -con él- desayunando. ¿Y qué más recuerdo? ¡Las Oreo! Mi papá era medio fanático de esas galletitas cuando todavía acá no habían aparecido, y a mí mucho no me convencían. ¡Y los Pillsbury! El otro día también los recordábamos con mi viejo. Eran unos pancitos marca Pillsbury que te vendían crudos y vos mismo horneabas, quedaban regio (aunque tuvieran conservantes, químicos, lo que fuere).
Bueno, confieso que -en parte- ando pensando en esto, porque ayer a la tarde anduve de compras en el super, y terminé tentada por el marketing o merchandising, como se diga en este caso. Comprándole a Chini la sopa de Toy Story, la leche de Mickey y el yogurt de Barbie. Y el Ginger Ale del que les hablaba, claro. Y no pude evitar recordar las compras que, cuando viajábamos a EEUU, hacíamos en el supermercado. No sé por qué ando tan conectada con esos recuerdos.
Tengo una nostalgia de mi pasado, no sé qué corno me andará pasando. Si pudiera tomarme un avión y volver a ser nena un rato. ¿Será la hora (en que escribo)? ¿Será que la vida a veces nos lastima y queremos escondernos en los brazos de alguien que nos ame y nos cuide? ¿Será que todavía soy chiquitita y vulnerable?
Estoy frágil. Estoy teniendo un momento de timidez existencial... para luego continuar bailando. Necesito sus alientos. Vamos, nena, vamos, a seguir creciendo.
Díganme que me quieren y que está todo bien (...) Sí, sí, yo también los quiero, por supuesto.
PD: ¿Se animan a hablar de sus sabores de infancia?! ¿Nos ponemos todos un poco nostálgicos?! ¿Qué sabores recuerdan especiales o novedosos en esos tiempos?
Ilustración by Diego Stigliano.
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