A veces Benjamín llora mucho. Este "a veces" son pocas veces, la verdad. En general es un sol. Pero cuando llora, llora. Supongo que como cualquier bebé. Y, también como cualquier bebé, puedo decir que ha llorado incluso hasta dos horas seguidas. Y por nada eh. Yo digo que es de vicio, por haber empezado nomás. Ya me veo algunan vez: el pibe partiéndose al medio por algún dolor y yo que "es de vicio, es de vicio".
La cosa es que cuando llora así, cuando ya estás llegado a la hora dos de escuchar ese maldito llanto, te dan ganas... cómo decirlo... no digo de tirarlo por el balcón, porque balcón no tenemos, pero sí de dejarlo ahí y salir corriendo. Lo peor es que encima te da culpa, pensás "no puedo sentir esto", pero con culpa y todo, lo sentís. Y entonces después dudás: me estaré volviendo loca?
A propósito de esto la otra vez le preguntaba a mi hermana, madre de dos hermosas criaturitas, si le había pasado así alguna vez, eso de no aguantar a tu niño. "Uff, claro, mil veces -me dijo-. Tenía cada ataque de llanto que lo quería matar. Llamaba por teléfono a mamá y le decía que no lo aguantaba".
Angelitos. Tan inocentes ellos, no se dan cuenta lo que son capaces de provocar. Yo igual creo que tengo poca paciencia. Como el Benja me llora tan poco, a la primera sostenida de cambio lo quiero cambiar por otro. No digo que lo quiero matar, porque imaginen, un bebé ya tan famoso, después tendría yo que dar explicaciones.
A todo esto, ayer le mandé esta foto actualizada del Benja a mi hermana:
Y no estuvo mal su receta. Primero dijo que estaba precioso, pero después acotó: "tenela ahí a mano y mirala la próxima vez que le agarre un ataque de llanto".
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