Ayer, después de otra intensa jornada de trabajo, volví a casa, vestí a mis tiranas y a salir. Como habían estado hacía un rato en la plaza, nos fuimos a mirar vidrieras varias.
Muy de vez en cuando el ejercicio está bueno. Estimula la creatividad, además de que a China le encanta. Entró al shopping -lugar al que nunca va- y me recordó a mí misma entrando a Fao Schwarz. Fao Schwarz era/es una juguetería ridículamente divina que conocí de chica (en la ciudad de la manzana), la misma en que Tom Hanks saltaba en el piano, en la peli "Quisiera ser grande", ¿recuerdan las de más edad?
Lo cierto es que ayer miramos vinchas, zapatillas de colores, disfraces de princesas (incluido el de la Bella Durmiente), bombachas, corpiños, juegos electrónicos, maquinitas en las que ponés un peso y la pinza siempre la pifia, cuentos (me mataba la curiosidad, ¿por qué la Bella Durmiente se había quedado dormida?), etcétera.
Y después de ese alocado zapping visual nos fuimos a la verdulería. "Qué ganas de escaparme a la naturaleza desnuda", sentí. Miré las ramas de los árboles, el cielo a lo lejos y me dije: "Qué fantástico tirarte a un río, al mar, a un arroyito y escuchar sólo el canto de los pajaritos. Te merecés ese descanso, Inés". Y luego concluí: "No sé si me está agarrando delirio cósmico de nuevo o qué, pero definitivamente necesito volver a sentir la Tierra (bajo mis pies)".
¿Cómo vivieron sus últimas vacaciones? ¿Estuvieron en contacto con la naturaleza? ¿Recuerdan algún momento muy puntual de comunión con el afuera? ¿El momento que más valga la pena recordar? ¡Etc!
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