El domingo tuve mi pico de felicidad materno-familiar.
Después de toda una semana respetando aquel limbo que me había propuesto conservar en el tiempo, después de una semana con visita de padre (con presencia de un abuelo para mis hijas) y de un sábado de encuentro con hermano, padre y sobrina (o sea, de juego y complicidad de retoñas con prima), el domingo nos levantamos, sin mucho norte, desayunamos y luego de que China preguntara: "¿salimos?", Fede y yo: "¿dónde vamos?"
-¿Y si vamos al Parque de la Costa?
Entonces nos alistamos y algunos tironeos de por medio, salimos del departamento. "Está fresco, ya es de mediodía, mejor algo más cercano". Y tras un segundo tiro fallido (en este segundo caso, un café con juegos que no nos convenció por funcionamiento y precio), dimos en el clavo.
Caímos en un espacio amplio, enorme, con una gran estructura de toboganes, inflables, y redes que cuando mis hijas descubrieron (China lo conocía, pero no lo recordaba casi) se excitaron a tal punto que nunca jamás se detuvieron. No volvieron a detenerse -salvo para tomar helado e ir al baño- durante un buen trecho. Tres horas de exultante hiperquinesis; del súmmum del movimiento lúdico, exploratorio, inquieto, de adrenalina saliéndoles por la dermis.
"¿Por qué no vinimos antes?", preguntó Fede en un momento. Aclaro que el lugar estaba vacío en un inicio (no así a las 2 horas de aterrizarlo, menos aún aquella vez que yo había ido). Tampoco sé si la responsabilidad de esta alegría desatada que vivimos la tuvo aquel espacio; fue una concatenación de hechos y estados, un patchwork a pura disciplina, hecho de atención, escucha, centro y cuidado que después de unos días, terminaría dándonos este regalo.
Las de paladar más ácido me acusarán de azucarada. Y sí. O no. No importa. Sólo miren por favor cómo terminé esa tarde, a la vuelta de aquel juego, con retoñas desmayadas. Mientras yo iba apuntando en cuaderno lo previo, marido me pidió un triple cheese-cake. Dulce pero no por ello menos delicado.
¿Cuál fue el pico emocional (para arriba o abajo) de su fin de semana largo?
Observen a la enana allá arriba, bajando panza abajo
El tobogán gigante, la atracción estrella de la tarde
Hiperquinesis desquiciada
Después de tanto movimiento, la calma
Y de yapa
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