
La India es un lugar sagrado al que muchos quieren llegar, la cuna de la espiritualidad, el sitio en donde conviven sin conflicto los dioses de la prudencia y la sabiduría, del fuego y de la luna. Hacia allá fue Gonzalo Bosch White, psicólogo, escritor y comunicador consciente, como le gusta definirse, que hace años se dedica a difundir los beneficios de la meditación trascendental, porque los aplica en él mismo.
Nos encontramos el sábado, previo a una charla que iba a dar en un Centro de Yoga, me había llegado la invitación por mail y me atrajo la propuesta. Junto a su asistente, hablamos sobre esa experiencia transformadora que había vivido en la India, y me contó una parte de su trayectoria y sus ideas.
Gonzalo Bosch White nació en zona norte, desde la adolescencia sintió que la espiritualidad era una cuestión que tenía que desentrañar, una búsqueda personal, "la inquietud de que en la vida hay algo más". Lo que aprendía en el colegio, la familia, la sociedad, no lo llenaba. Empezó en la religión católica por herencia, hizo retiros, coordinó grupos de jóvenes en una parroquia de Martínez, con los que ayudaban en barrios carenciados, hasta que sobre el final de la secundaria se contactó con el Centro Junguiano de Antropología Vincular en Chacarita, donde aprendió algunas técnicas de autoconocimiento y realizó viajes donde se vinculó con gente de la comunidad mapuche.
-Yo sentía que había algo más y quería conectarme con mi interior, estaba estudiando psicología, me interesaba la mente humana y el desarrollo del potencial humano, y en este lugar me conectaron con quien fue y es mi maestro de meditación Cyro Rodríguez Barrios, que hoy vive en Madrid. Él fue discípulo de Maharishi Mahesh Yogi, discípulo de Guru Dev, que fue maestro de maestros: de Chopra, de Ravi Shankar, también fue el gurú de los Beatles. En espiritualidad a esa cadena se la conoce como linaje, en la tradición oriental el verdadero conocimiento se transmite de maestro a discípulo, de forma oral. Aunque hoy está en los libros, internet, el intercambio de energía es irremplazable y es el contacto con el guía es lo que te eleva.
Desde los 18 años que Gonzalo escuchaba hablar sobre Rishikesh, el lugar donde estaba Ashram de Maharishi, donde su maestro había pasado en 1968, y se había formado como instructor de meditación trascendental junto a otras personas. Al mismo tiempo, estudió psicología en la Universidad Católica y pudo integrar ambos saberes de manera natural.
-No me generaba conflicto, me apasionaba lo que decía Freud, Jung o Maharishi, decían lo mismo con distintas palabras y mensajes. Aprendí la meditación trascendental que hoy después de haber recorrido distintas técnicas sigue siendo mi técnica madre. Se aplica un mantra, que es una frase que no tiene significado, y como no tiene significado tu mente no lo puede atrapar. Esa es la base, es para limpiar. Después hay técnicas avanzadas: los sutras o poderes de la mente, te sirven para encontrar cosas perdidas, para anestesiar el cuerpo, aprendí la levitación conocida como el vuelo yóguico, los mantras del poder. Todas técnicas que aplico en el consultorio.
Gonzalo Bosch White dice que la ciencia con la espiritualidad pueden integrarse, que la espiritualidad nunca puede ser división, "una persona que está en la espiritualidad y divide o juzga, o califica no es espiritual". Por eso encontró fuera de la religión un camino para transitar, sentir a Dios de manera vivencial, como una totalidad. "Todos venimos del mismo lado y vamos hacia el mismo lugar, no importa si somos judíos, musulmanes, budistas, hinduistas".

Gonzalo Bosch White en Pahar Ganj, Delhi.
La India sagrada
El viaje se dividió en etapas, lo programó para poder conocer lugares fuera del circuito turista y conectarse con la esencia de esos sitios.
-Viajé el 12 de enero porque era el aniversario del nacimiento de Maharishi, para mí era importante esa fecha, pasé por Madrid para ver a mi maestro que realiza su labor ahí. Después al llegar a Nueva Delhi, fui a Haridwar y de ahí directo a Rishikesh, aunque me habían hablado de otros lugares muy lindos, quería ir a la cuna de la espiritualidad. Y también quería ir a Varanasi, otra ciudad sagrada. Como una constelación familiar, como quien va al pueblo del bisabuelo en España o Italia a encontrarse con sus raíces. Sabía que Rishikesh era la tierra de los iluminados, no solo porque estuvo Maharishi, también estuvo Shivananda, Ramakrishna, Está a los pies del Himalaya y a orillas del Ganges, un río sagrado que viene de la madre Ganga. La manera de conocer un lugar es vivirlo, quedarse lo máximo en el lugar. A mí me gusta quedarme, cuando te empezás a adaptar vas de afuera hacia adentro.
De todas las opciones, prefirió alojarse en un Guest House, que es una buena manera de conocer la cultura del lugar, porque a los viajeros se les da una habitación con baño y agua caliente (un bien preciado), y se comparte con los dueños las comidas y las costumbres. Así se frena el impulso del viaje para empezar a apreciar el paisaje y la tranquilidad del lugar.
-Es un lugar hermoso, estéticamente no tiene nada que envidiarle al sur argentino o a los alpes suizos, es paradisíaco. La gente asocia India con la pobreza, la precariedad, que existe, sobre todo en Delhi, pero en Rishikesh cambia la vibración. Es un lugar calmo. Cuando llegué ahí dije: esto es lo que quiero. La mayor parte de los viajeros se va a Goa, que es una especie de Tailandia.
Por recomendación de su maestro, se alejó bastante del centro, fue más cerca de las montañas y del río Ganges y gracias a un lama de Nepal que lo atendió en una fotocopiadora, viajó hasta lo alto de la montaña, donde recibió el amanecer y las bendiciones del sacerdote de un templo en el Himalaya.
-A mí los viajes me gusta construirlos y que vayan fluyendo, no programar tanto, a la vez que hice cosas que no están recomendadas, como por ejemplo no me vacuné, salvo con la vacuna obligatoria para sacar la visa, la de fiebre amarilla. Después te sugerían darte siete, ocho vacunas, si metía todos los químicos en mi cuerpo me iba a enfermar antes de llegar. Yo siento que somos energía y que pasa todo por la mente, dije, bueno, si me enfermo, a lo sumo, tendré que ir a un hospital. Hice lo mínimo indispensable, me habían dicho que había que reservar los hoteles con mucha anticipación. Si limitas todo tanto, vas perdiendo el fluir de la vida. En la vida hay que tener claro el norte, ¿qué quiero? Después el cómo se da, se va manifestando. En el transcurrir surgen montón de personas, de encuentros.
Entre las cosas que vivió en Rishikesh, también participó en una ceremonia que hacen todos los días en invierno, a las 5:30 am, a orillas del Ganges, para honrar, alabar y agradecer a la madre Ganga. Cuenta que impresiona ver a los monjes hinduistas que cantan, rezan e integran el río con el fuego para después tomar el agua. Él también la tomó.
-Se suele decir que está contaminada.
-Ellos se bañan y la toman sin problema, el agua no está tan sucia como nos hacen creer, en Rishikesh el agua es pura y cristalina, muy fría porque es agua de deshielo. El río Ganges es enorme, nada que ver con Varanasi, cambia un poco el color. Cuando pregunté me dijeron que tal vez se mantiene así por la composición de los minerales, otros lo atribuyen a los dioses. Los crematorios están en dos ghats (escalinatas). Las sagradas escrituras dicen que las personas que se bañan purifican las impurezas y los pecados, los que mueren ahí se liberan de las encarnaciones y se van al cielo. Es muy común ver a la gente que se baña al amanecer, o a cualquier hora.
Creencia y aceptación
-¿En qué creen? ¿Cómo son sus dioses?
-El 80% en la India son hinduistas, después hay una minoría budista, musulmana, pero son politeístas, a diferencia de nosotros. Creen en Ganesha, Shiva, Krishna, cada uno tiene sus variaciones. Todos creen en la divinidad, en el Brahmán, y todos consideran que vamos a volver a eso, hay una realidad manifiesta, cambiante que se llama Maya y su objetivo es trascender eso para no reencarnar y hacerse uno con la divinidad, en el mejor de los casos, y en el peor, vivir experimentando Dios en la Tierra. Que es lo que me permitió el Yoga, la meditación. Y es lo que no me dejaba la religión católica donde yo era pecador, donde había culpa y necesitaba de otro. Allá te dicen: "vos sos Buda". Si leemos la Biblia vemos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, por eso digo que en realidad el mensaje es el mismo.
En el camino de integración y búsqueda, Gonzalo entendió que no hay diferencia entre Oriente y Occidente, que somos todos lo mismo.
-Hoy acá, a esta hora mientras sucede esto, puede ser que del otro lado del mundo, a 16 mil kilómetros también haya personas que estén teniendo esta charla. Otras culturas, con otras costumbres pero somos lo mismo. Por algún motivo en la repartición de cartas nos tocó Argentina y nuestras familias. Es parte de la tarea que vinimos a aprender. También vinimos a liberar, ¿qué está bien y qué está mal? En la India no tienen tanta estructura, orinan en la calle, comen con la mano, esto me llamó la atención, es una cuestión cultural. Cualquier persona que viaja a la India sale movilizado aunque no tenga una búsqueda espiritual, si además vamos con esa idea, es increíble. La India es tierra fértil para la filosofía védica, hinduista y budista pero hay que ver bien dónde se llega porque hay muchos lugares turísticos, comerciales.
-¿Cómo consideran a la muerte? ¿Viste muchas ceremonias? ¿También hay muestras de dolor?
-Varanasi es una ciudad grande, los crematorios están alejados, primero hacen la peregrinación por la ciudad, llegan al río, prenden una fogata y lo arrojan al río, es muy impresionante. También hay tristeza. Hay aceptación pero también tristeza. Ellos sienten que están perdiendo a un ser querido, también se ponen tristes cuando se muere su maestro. La tristeza es inevitable porque es parte de la condición humana, pero una cosa es la tristeza que es el sentimiento que predomina en una pérdida, y otra es el sufrimiento y regocijarse en el sufrimiento. Acá en Occidente nos angustiamos, sufrimos, y a veces estiramos el duelo más de lo debido y es egoísta, nos ponemos mal porque la persona se fue y nos dejó, porque nos vamos a quedar solos. Pero si creemos que hay algo más, llámese cielo, llámese conciencia pura, y la persona, el ser querido volvió a integrarse con eso y dejó de sufrir, tendríamos que estar contentos, pero nos cuesta, tenemos otra visión. Por supuesto que cualquier pérdida supone tristeza, allá lo viven de otra manera, tienen esa devoción, y muy marcada esa visión más allá de sus creencias, de que hay algo más, de que hay algo superior.

Gonzalo Bosch White en Rishikesh.
Hasta acá la primera parte de la entrevista a Gonzalo Bosch White, queda pendiente para el próximo post su visita al Ashram y su aprendizaje a través del desarrollo de la inteligencia espiritual.
Espero que les haya resultado tan interesante como a mí.
Me pueden escribir a kariuenverde@gmail.com
¡Abrazo grande!
Kariu
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