Anteayer por la tarde era el momento clave.
Ya lo había decidido: "esta vez no voy a insistirle. Cuando China salga del jardín, me sentaré con ella en el cordón que circunda el árbol y le preguntaré, sin más: ¿tenés ganas de ir al taller de juegos teatrales? Si vos querés, yo te acompaño."
Lo primero que hizo fue negar con la cabeza, como ya hiciera hace 2 semanas. Luego, repensó lo que le había propuesto y agregó: "pero vos quedate."
A lo que yo contesté: "sí, sí, yo me quedo con vos. Ahora, ¿tenés ganas de ir sí o no?"
A todo esto tuve la suerte de sentarme justo al lado de una madre-conocida, Luz, madre de una compañera de mi otra hija... y además, psicóloga. Rápidamente la puse al tanto de la situación y la invité a que opinara. Luz frunció los labios e insistió: "qué quiere, preguntale".
Y en eso estábamos, en la repregunta a mi hija, "¿quéres? ¿tenés ganas? Decime, Chi".
"No. No." Lo repitió 2 o 3 veces; claro, audible, firme. Y luego agregó:
"Quiero jugar con Magui".
Ah, además de Luz, la madre psicóloga y todo el tumulto de padres de una salida de niños del jardín, estaban ellos, los compañeros, los más amigos, Corne, con unos grisines recién abiertos, Sofia y Magui, con quienes China venía jugando en el último tiempo.
Todos esperando que yo pronuncie las palabras mágicas: "bueno, está bien, hacé lo que quieras." Palabras que cuando fueron pronunciadas, le permitieron a la mamá de Magui, también de la partida, acercarse y hacerme su propuesta: "Ine, Magui está queriendo invitar a jugar a China a casa."
"¿Querés ir a lo de Magui?" A China se le iluminó el rostro. "Sí, quiero". "Bueno, dale, vayan."
Mi hija estaba en su salsa, pizpireta, elocuente, expresiva, maestrita con sus amigo/as. Se fueron agarradas de la mano, Luz asintió con una sonrisa, yo me sentí más ligera.
"Y sí, sería contradictorio insistirle para que juegue en un taller pago, y negarle el juego real con sus amigos, que es lo que ella desea (y lo que probablemente este necesitando)..." le expresé minutos más tarde a Elena... después de lo cual nos fuimos a caminar y ya con niños dormidos, pasando justo en frente de un pub, nos dijimos: ¿y si en lugar de un café, nos tomamos una cerveza?
¿Qué piensan?
PD: Ya habrá tiempo de empujarla. Gracias por las generosas reflexiones de hace 2 semanas.
Hacé lo que quieras
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