A veces me enojo conmigo misma porque siento que no me hago valer en lo laboral como debería. Porque soy tan increíblemente ingenua que siempre creo que lo que el empleador me ofrece es lo que tiene (lo que hay asignado en una estructura presupuestal supuestamente inamovible y fija); y lo acato sin más, sin peros, olvidando en ese momento que las más de las veces -o muchas veces- las empresas te tiran una cifra baja, dentro de lo lógico (su margen es reducir costos) previendo una negociación que luego no sucede.
¿Por qué no negocio? ¿Por qué cuándo, con cara de póquer me preguntan "¿tanto te parece?" yo me quedo tildada, con mis pestañeas titilantes y mi autoestima en veremos?
Si lo más probable, encima, es que ellos acepten tu contrapropuesta (reajustándola), si sabés pedirla como se debe y en-el-momento.
No, nena, nadie va a reconocerte si vos no lo hacés primero.
Por otro lado, el costo de vida está altísimo y nadie debe sentir vergüenza por expresarse sinceramente.
"¿Sabés qué me pasa?, le dije el otro día a marido "Yo misma me lo bloqueo porque me da culpa ganar dinero. Así de tirado de los pelos." No entiendo por qué me pasa, cuál sería el motivo... ¿Otra versión de la eterna culpa judeocristiana que ya muchos conocemos? ¿Ese impulso agresivo natural que, según Nietzsche, al estar reprimido, se vuelve hacia adentro en forma de moral e imperativos?
¡Qué sé yo!
Lo único que sé es que quiero trabajar este aspecto. Que estoy dispuesta a indagarlo a fondo. No por codicia, sino porque se me hace una pata fundamental de mi vida, de mi autonomía... porque por muy libremente que piense y obre, si no logro que mi aporte/trabajo tenga un valor concreto en la cultura en la que estoy inmersa, hay algo que no crece ni se cierra (me temo).
¿Ustedes qué creen?
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