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Hay hombres. ¡Ay, hombres! (por María Lía)*




*Y para terminar la semana, un texto muy distinto a los anteriores. Escrito por María Lía, también en el marco del taller, a partir de una consigna titulada "hombres".
¡Ay, hombres que me hacen sufrir y, sin embargo, los quiero! ¿Cómo no quererlos? Aunque a veces no los comprenda.
Sí, el primer ejemplo fue mi papá: virginiano, inteligente, práctico y gracioso. Pero también narcisista, negador y depresivo. Por suerte, en mi infancia estuvo muy presente el abuelo: alegre, protector y gran contador de historias.
Agradezco las etapas disfrutadas con hombres, ya que fui a colegio de monjas y señoritas. Los empecé a conocer y a adorar cuando fui a jugar al tenis al club y terminé haciendo un Master con mis compañeros de la facultad. Grandes amigos que me mostraron la simpleza con la que ven la vida, los valores que tienen respecto al culto de la amistad, también las fuertes relaciones con sus madres y lo que les cuesta hablar de angustias y duelos.
Y así, los elegí para compartir diferentes etapas de mi vida y la mayoría con estos signos similares. A todos ellos quiero decirles que: El problema soy yo. Soy yo la que me enamoro de Superman y termino discutiendo con Clark Kent. Los lleno de atributos que imagino y habilidades que "deberían tener" y cuando los veo tan humanos, inseguros y erráticos no puedo comprender que les pasó. Y los culpo. Y me frusto. Y los dejo.
¿Qué vengo eligiendo mal? Puede ser. Me llaman la atención las plumas de pavo real que muestran al principio con esa actitud canchera y viril de seducción. Pero que después de la conquista no puede seguir sosteniendo y se convierten en un canario con un plumero.
A ustedes quiero hablarles y pedirles que vengan con lo que tienen, no me vendan personajes porque compro enseguida, pero poco dura el hechizo. Yo por mi parte voy a bajar de la nube y voy a intentar conocerlos reales, de carne y hueso, sobre todo posibles. Para que cuando el enamoramiento baje y se aquiete el mar, yo no descubra un extraño ni ustedes una bruja.
Hagamos un pacto, les pido y me obligo a que busquemos lazos sinceros, bajemos las expectativas de lo que debería ser o dar el otro y entreguémonos a este juego maravilloso de vincularnos.
¿Qué piensan?
¡Muy buen fin de semana largo!

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