Hijas me esperan

Me vine acá (al parque), a oxigenar mis neuronas achicharradas, porque tuve una mañana intelectualmente álgida.

Sigo con el trabajo de elegir, descartar, reescribir y compilar los posts de este blog... desde el origen de los tiempos (allá por Septiembre del 2009) al día de hoy. Siempre que me embarco en esa faena, no sólo termino muy cansada, sino además, con una profunda impresión: con la consciencia del paso del tiempo... y de cómo la que soy fue re-velándose a través de la que fui siendo .

Y no sigo porque ahora me pica la panza, justo debajo del ombligo, como si aquella hormiga u otra vecina o hermana estuviera dejando su marca.

Me miro.

Sí, efectivamente fui picada.

Me incorporo. Un perro protesta, niños pelotean. Fue una semana distinta. Festejo eso. Sigo en ese reencuentro conmigo misma, con el otro, con Fede, con amigos, con amigas. Esta semana sobre todo estuve con "ellas". Martes fuimos con Nai (una de las actrices del corto) al pre-estreno de la película de otra amiga, Jazmín, y mientras conversábamos afuera del complejo...

Perdón, no hay una, son miles las hormigas que caminan.

Decía, además de Nai (18 años, dulce, aguda, espontánea), de Jazmín (talentosa e hiperproductiva), apareció de improviso -para mí, porque ella es amiga de otro ámbito- Mery (sensible y divertida).

En fin, la circunstancia fue linda. Y la semana también.

No voy a decir que estos últimos días no tuvieron su dificultad -sí la hubo, pero todavía estoy procesándola- pero en términos generales sentí sabor a diferente, a raro en el sentido de lo que zafa de la inercia.

Y ya.

Estar echada en el pasto puede ser lindo en tanto las hormigas no se comploten en picarte el cuerpo como... como me está pasando. Me detengo. Me paro. Sigo mi camino pedestre rumbo al jardín de mis niñas.

Hijas me esperan.

Bienvenidos pensamientos libres, sueltos, sentidos y un sinfín de etcéteras.

PD: Para escribirme por privado, o por taller: inetaller@gmail.com; y también estoy en @Ine_blog en Twitter.