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Instantáneas




Meter a Lupe en la bañera, prender el agua, tibia tirando a fría, llevarle sus tacitas de plástico, prestarle un envase de shampoo vacío para que juegue, para que llene y vacíe. Mirarla a los ojos, darle absoluta atención, escuchar cada una de sus ocurrencias y palabras. Lavarle la cabeza, enjuagársela con su ayuda, que ella incline la cabeza y entrecierre los ojos mientras el duchador despeja todo resto de espuma... del pelo y de la cara.
Esperar a que me diga: "ya tá, mami. Eo saí" (quiero salir). Sacarla. Secarla, abrazarla con la toalla.
Sentarla sobre la tapa del inodoro, sentarme sobre la pelela y ahogarnos en risas. Hacer propuestas lúdicas estúpidas, una más pava que la otra y que todas resulten efectivas.
Jugar con el padre y su hermana a hacer payasadas. Y a las escondidas. Que Fede se esconda en nuestro dormitorio, que las 3 entremos sigilosamente, que Lupe por unos segundos se asuste. Que yo las guíe y con mímicas les indique: "ahí tá, ahí, tá". Abrir la cortina de la bañera, o la puerta corrediza del placard, o agacharnos debajo de la cama, o correr la cortina del dormitorio de las niñas, o salir al pasillo... y que Fede grite: "coco, coco, coco", como si con esa estúpida palabra nos espantara. Escucharlas reaccionar con carcajadas, más carcajadas, una yuxtaposición de risas generosas sacudiendo cualquier resto de polvo, limpiando todo el hollín, toda la grela que podía esconderse en algún rincón de la casa.
Reencontrarme en charlas de madrugada con Fede, con la libertad de pensamiento y palabra del inicio del vínculo. Como si recién nos estuviéramos conociendo, con esa sinceridad que disfruta de sí misma. Confiándonos ideas ridículas, descabelladas, brutalmente honestas... sin estar temiendo que el otro pueda molestarse, ofenderse. Apoyándonos en un momento crítico pero no dramático, intenso pero no necesariamente angustioso... dándonos la mano. Alentándonos.
Volver a escuchar "Jealous guy" en una versión exquisita (ver abajo). Recordar el viaje en solitario a Uruguay hace unos 6 años, lo que habré escuchado ese CD, extrañarlo, querer volver a castigarme en el buen sentido con una repetición obsesiva de sus temas/letras, de "Beautiful boy", de "Woman", uh, "Woman", recordar que ese fuera el tema que Juan, mi segundo novio, me dedicara cuando recién empezábamos a salir. La vergüenza, la timidez que me dio escucharlo, yo que en ese momento de woman tenía poco, por no decir nada. Reconocerme tan o más nena que antaño, pero mujer finalmente, mujer después de tanto.
Almuerzo en casa de mis suegros, lectura de textos varios, ir preparando la clase de expresión escrita, hilando fino, cada vez más fino. Merienda con Elena y Virginia Estela, el té chai, el budín de zanahoria que me puede, haber finalmente conseguido "Enredados", descubrir la potencia de ciertos sonidos, almuerzo en lo de mi madre, etcétera.
Instantáneas de cuatro días harto cotidianos y sin embargo poderosos, intensos, con una alegría insolente casi, que estuvieron a punto de empañarse por un mal trago de familia, pero que por suerte salieron airosos, todavía más coloridos en contraste con el altercado.
¿Ustedes qué me cuentan? ¿Cuál fue la "foto" del fin de semana largo más disfrutada?



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