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Jornada especial




Ayer me impresionó sentir el nivel de sobreexigencia en el que vive la mayoría.
Madres algunas, mujeres, trabajadoras independientes, empleadas, novias, "esposas" y encima de todo, un poco, algo o bastante "conscientes".
Porque eso es lo que más me llama la atención: que dominamos la teoría (a la perfección). Sabemos qué decirnos, qué aconsejar al otro, pero en concreto, si bien hemos hecho enormes avances en nuestro trayecto, seguimos con mucho o demasiado peso.
A mis 21 años -recuerdo- me quería comer el mundo. Tenía mi primer trabajo (como productora de tv) y me exigía tanto pero tanto que a los 3 o 4 años, mi cuerpo estaba colapsado. Había olvidado respirar con profundidad, bailar, sonreírle a cualquiera, a la gente "no importante" en general. Quería "ser alguien" y ganar dinero. Bueno, en realidad, mis motivaciones iniciales eran algo más elevadas, pero después caí en la trampa, terminé alienada. Respondiendo a las expectativas de un sistema que me era ajeno, que iba siempre a las corridas e ignoraba por completo lo que yo deseaba, lo que yo sentía.
Pero algún día hice click y mandé todo al diablo. Me apoyé en mis afectos y de a poco fui retrocediendo hasta el centro. ¿Qué quiero, cómo lo quiero? Llegué a escribir un guión (que nunca concreté) titulado "Relajate, nena", inspirado en todo ese movimiento. Ya van 10 años desde que empecé a trabajar y todavía hoy no soy lo que se dice "independiente", ni en lo económico ni en lo afectivo (probablemente). Pero de todo eso algo fui aprendiendo. Sobre todo a respetar mi cuerpo. Sus dolores, sus necesidades, sus llamados, sus pedidos. Y me falta muchísimo, pero insisto, nadie me quita la calma con la que vivo. Obvio que a veces sufro, tengo miedos, me peleo, pero todo está armado de una manera que sea fácil recuperar el eje, el sentido de Todo Esto.
Como hoy sigo sin querer pensar mucho, las invito a mi jornada de SPA. Y por la tarde a comer algo rico. Yo me voy a hacer unos masajes tipo shiatsu, de esos que te dan cosquillas en los meridianos. Y después me pido una porción de torta tibia de chocolate con una lágrima. ¿Ustedes? ¿Qué se van a hacer, cuenten? ¿Qué parte del cuerpo quieren que especialmente se les masajee? ¿Y después? Mi sesión empieza por el cuello, ahhhhhh, qué alivio… Todo alrededor de las cervicales, por favor, no sabés cómo me duele.
PD: Al margen, ¿alguien escuchó hablar del baby-board?!

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