
Tal vez sea ingenua, puede ser. Quiero creer (o creo nomás) que hay algo más allá de todo esto; y a veces necesito indagar en ese propósito o misión planetaria o espiritual para poder entender y asimilar que algún día mis papás ya no estarán acá y (más difícil todavía), algún día yo misma me "separaré" de mi marido ¡y de mis hijas!
Falta tanto, pero pasan los años. Desde ya que quiero y la paso bien en el mientras tanto (que es la vida), pero a veces (no siempre), más allá de ese centro fuerte en el día a día, tengo esta necesidad extra e intensa de saberme alineada con esa hipotética y gran misión que llamamos Humanidad. Y aparece la palabra dando manotazos de ahogado para esclarecer o amasar o crear eso que (creo) necesitamos para seguir avanzando con los demás.
Ojalá esta noche vuelva mi marido. Lo extrañé muchísimo, demasiado. No voy a idealizarlo, pero la verdad, su presencia hace la diferencia. A veces nos desencontramos -no es tan fácil el proyecto de pareja-, pero siempre hay tantas ganas de mejorar (en el sentido de aceptarnos quizás, no necesariamente de querer cambiar), que es un placer y una aventura vivir con él.
Mi marido no es el más listo, ni el más canchero, ni el más popular, pero adoro su sensibilidad y sus (cada vez más) pies en la Tierra. Amo su nobleza, su transparencia, sus ocurrencias, su alma, su esencia.
Gracias, Fede, por haber aparecido en mi vida. Y no puedo decir más porque no me salen las palabras acá (y me pongo a llorar).
"El arquetipo del cazador no va más", decía Melanie (mi maestra de danza), pero el hombre demasiado artístico o espiritual, que vive volado y no tiene un mango, tampoco nos termina de cerrar. ¿Qué piensan?
¿Qué buscamos en los hombres hoy en día? ¿Seguridad, contención, diversión, comprensión, etc.? ¿Cuál es el límite entre la dependencia y el amor? ¿Cuánto nos controlamos entre nosotros, cuánto nos soltamos? ¿Cuánto nos cambiamos y cuánto nos aceptamos? ¿Cómo lo llevan Uds. y qué sería lo ideal?
En esta nota: