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La calma después de la tormenta




Yo sé que debe ser difícil pelear conmigo.

No digo que no.

Pero igual, no me podés decir que no se nota la pasión que le pongo.

Onda, yo entiendo que no está bien que ante la más mínima diferencia de criterios yo coquetee con la idea de separarnos y todo eso.

Pero es que lo siento tan así.

Mentalmente, digo. Es como inconsciente. No me lo propongo y ya tengo por lo menos la mitad de los bienes divididos en partes iguales.

Se notará, acaso mi cara de angustia cuando llego a la parte del auto y me doy cuenta de que hay uno solo?

Denotaré con algún que otro gesto la satisfacción de concluir que yo tengo más derecho porque, claro, 3 niños a cargo equivalen a auto.


Decí que soy fácil. Decí que se me pasa enseguida.


Bastante tontona resulté, que me hacen dos mimos, me hablan un poco al oído, y ya estoy regalando todo.

La vajilla

El auto

Las sábanas de percal

Y si te descuidás, te llevás al chiquito también.

¡Compartilo!

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