El otro día me desperté. Enana menor a mi lado, habíamos dormido juntas. Y entonces no sé bien qué me dijo, me tiró algo así como: "¿Y por qué no vamos a pintar, mamita?" Ella me llama "mamita". Y a mí me nació, no necesariamente a raíz de sus palabras, fue una frase sin pensar, que salió de mí como si otro la articulara. Me nació decirle:
-Qué bien estás portándote, hija.
-¿Yo dije eso?
-Sí, vos dijiste eso, Inés –apuntó mi vocecita Mosca Muerta. La teníamos abandonada a Mosca Muerta. Estoy desempolvándola a la par de los recuerdos de infancia.
Y no sólo afirmó eso, sino que además acotó:
-Y anteayer también se lo dijiste. Es más, debe ser la tercera o cuarta vez en estas últimas semanas que deslizás, como si nada, que niña menor está portándose muy bien.
Y recién entonces me di cuenta. Recién entonces.
Mi hija maduró. Sí. Crecen, todos los chicos crecen. Lo vivimos diciendo, entre aliviados y muertos-de-vértigo. Pero esa mañana me percaté de ese salto que los nenes pegan alrededor de los 4 años. Hay un gran cambio entre los 2-3 años, etapa que algunos han llegado a titular "la primera adolescencia" y los 4-5 años, esa edad donde la niñez se vuelve... ¿cómo adjetivarla? A ver, Mosca Muerta
-Más fácil.
-...
-Más fácil para los padres
-Eso.
En principio sucede algo evidente: ellos ya articulan bien un discurso, dominan la palabra. Una explicación posible. Lo real y concreto es que, de un momento al otro, los niños dejan atrás la etapa de los berrinches.
Y no es que ahora se porten bien y antes no. No fui muy precisa en mi observación. Sino que conquistan cierta madurez. Madurez emocional. Uf, qué alivio que eso exista.
Alivio para nosotras, las mamás. Y para los padres, para las seños (y para todos los adultos con la responsabilidad de acompañar a los niños en sus primeros años).
Esa mañana me acordé de lo que hace varios años me había expresado un conocido. Una frase que me quedó tatuada, y que muchas veces me hizo desear "bendito el día que China tenga 6 y Lupe, 4". La frase era: "la edad de oro de la infancia es entre los 4 y los 10, 11 años."
Una generalización, por supuesto. Habrá casos y casos. Pero quizás, como todas las generalizaciones, tenga una pizca de verdad.
Yendo al caso particular de mis hijas, algo de eso estoy transitando. Hay caprichos, hay algún que otro berrinche suelto, pero si así como se esboza, se resuelve. Circula. Se lo charla, se pone un límite y se avanza. A otra cosa.
No cantes victoria. O sí. Después de todo, nada es tan grave. Pero si podemos ahorrarnos llantos de media hora y gritos desquiciados (con decirles que me peleo más con el gato que con ellas), bienvenido sea.
Personaje de hija
¿Ustedes qué piensan? ¿Madres de niños de 4 en adelante percibieron ese cambio? Madres de niños menores de 4: ¿cómo llevan los tironeos?
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