
Soy de proceso lento, eso está claro. Parezco la germinación del poroto que te obligaban a hacer en el colegio. Ponías al pobre poroto todo apretado entre el papel secante y el frasco de Hellman´s vacío. Llenabas todo el centro de algodón. Lo embebías en agua con el cuidado suficiente de no pudrir todo adentro y esperabas a que por arte de magia, un día te levantases, te acercases al frasco y en vez de hongos negros de podredumbre, hubiese algo. Algo. Y que si acercabas la nariz lo suficiente podías ver una patita minúscula, blanca (como un pelito) asomando. Sabías que era una raíz. Sabías también que deberías saber si el poroto era monocotiledóneo o no y toda una sarta más de gansadas que no servían para mucho. Tu única certeza era que eso que veías ahí era una raíz y que lo que venía después era inevitable; el proceso se había disparado. Con el cuidado adecuado seguía un tallo y un poco después unas hojitas y cuando te dabas cuenta tenías una planta de poroto (inútil) al lado de la ventana. Pero una planta al fin.
Soy eso. Soy un poroto que recién asomó un cachito de raíz y pelea la podredumbre. Si le tengo paciencia mi proceso llega a buen puerto. Todo esto con MLD me tiene pesada, moviendo más despacio que un glaciar. No importa, ya va a llegar. Sola o acompañada, la idea es seguir creciendo, porque del otro lado de la ventana, está el sol.
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