Otra frase que borré del texto del lunes, a continuación de "dejarla llorar a Lupe hasta que se le pase" fue: "Y más rápido se le pasa... en la medida en que yo me hago menos drama."
La borré porque me pareció redundante, o porque sentí que era una idea que ya había sido expresada.
Pero ese mismo lunes por la tarde, saliendo del supermercado con ambas hijas y una amiguita, me crucé a la seño de Lupe, y la frase recobró vida, significancia.
¿Se acuerdan del post " belleza del garabato "? ¿De aquella vez que la maestra se me acercó a la salida para contarme que Lupe venía trabándose al momento del trabajo plástico? ¿Se acuerdan que en su momento me responsabilicé del asunto y asumí no haber sido –con ella- muy estimulante en ese aspecto... y que desde ese momento puse énfasis en reparar mi comportamiento? Bueno, hasta allí les había contado.
En efecto, así fue durante algunos días, pero luego me fui distrayendo, quitándole importancia al tema. Incluso fui yo la que le dijo a su maestra, cuando la misma volvió a remarcarme que no había habido cambios: "no te preocupes, Mabel, me parece que cuanto más pendientes estemos, más se va a negar. No le insistamos".
Y me olvidé por completo del episodio. En casa seguimos dibujando, como siempre, pero sin especulación de por medio.
Y he aquí el cruce del lunes, en la calle: estaba bajando la rampa del super, Lupe en coche, China y Sofía escoltándome, y en eso escucho un "hola, ¿cómo estás?". Era la seño, contenta de haberme encontrado.
-¿Vos sabés que te busqué a la salida y ya te habías ido? Porque quería contarte que hoy hicimos un trabajo... -se explayó en la técnica del trabajo, que no recuerdo en detalle-. Y resulta que Lupe fue la primera en sentarse... y pintó... y dibujó -acompañaba las palabras imitando la gestualidad de mi hija- ¡un montón! Hizo un trabajo precioso. Yo por las dudas ni la miraba. En un momento incluso les digo: "si quieren pueden cambiar de color..." porque ella estaba muy compenetrada con un color... y esperó a que yo me distraiga para hacer el cambio.
Y concluyó con un: "sí, al final era cuestión de quitarle atención... era cierto."
Sonriente, le di las gracias por la comunicación y felicité a mi niña, no sé si por haber dibujado, o por haber podido salir de ese tironeo con la seño.
Y en el camino de vuelta me fue inevitable la reflexión: qué importante darnos cuenta cuándo nuestra mirada ayuda a nuestros hijos, y cuándo los frena. No olvidarnos que una mirada preocupada, tensa, expectante inhibe mucho más que otra que sólo observa, que acepta, que no exige, que no proyecta.
Y de yapa: qué necesario hoy, ya adultos, saber rodearnos de miradas que -sin ser aduladoras- nos permitan sentirnos libres, cómodas, a nuestras anchas... y salirnos de aquéllas preocupadas, sobre-exigentes, juzgonas, envidiosas o desconfiadas.
¿Qué piensan? ¿Cuál es su experiencia?
PD: Sí, muchos de sus comentarios me ayudaron con el proceso. Gracias.
PD: Sí, muchos de sus comentarios me ayudaron con el proceso. Gracias.
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