
Ya me parecía a mí que tanta tranquilidad, tanto ir como por sobre rieles era, al menos, sospechoso, cuando no, peligroso.
El fin de semana, como les dije, fue un placer. Días de primavera que invitaron a potrear, almorzar al aire libre y disfrutar a los niños.
Ayer no trabajé, así que aproveché para hacer todo lo que no puedo cuando tengo el horario complicado. Fui al banco, a pagar el colegio, al pediatra (Lucas ya sin broncoespasmo, por suerte) y llevé a los más grandes a tomar el té por ahí.
Llegué a casa exhausta. No llevé cochecito así que caminar con la bestia a upa, más los otros dos colgados cada uno de un brazo, más la cartera (bolso con provisiones y ropa como para irme a pasar una temporada a la isla de LOST), más la campera que jamás me puse, más el CALOR que hacía, en fin, imagínense, me mató.
Llegué a casa y Mirti se anticipó a mi mal humor, se llevó a los 3 chicos para arriba y me ofreció bañarlos ella.
"llamó un hombre -me dijo- que dijo que llama más tarde y cuando le pregunté de parte de quién, cortó".
Bueno, nada del otro mundo, no? Ya volverá a llamar, pensé.
Me senté en la mesa de la cocina, y me puse a jugar con el gato que corría como un endemoniado desde la punta del jardín, hasta mis pies, persiguiendo un ratón (lo que queda de un ratón) de juguete que le compró mamá.
Me hice mate, me volví a sentar, y sonó el teléfono.
"hola, vos sos Catalina?"
Sí, soy yo, quién ha..."
"qué tal Catalina, soy Fernando, el marido de la mujer con la que se acuesta tu marido."
"eh? Qué? El marido de Emilia, sos?"
"ah, bueno -me manda- parece que soy el único que no lo sabía! Mirá, yo ayer a la noche encontré una serie de e-mails y de mensajes de texto de mi mujer con tu marido. La fecha es de hace un tiempo, pero mirá, la verdad estoy tan hecho mierda que no sé qué estoy haciendo. No sé si está bien que te haya llamado. No sé qué hacer, disculpame, perdoname, no te molest..."
Ahí lo interrumpí. Me dio tanta pena que no sé por qué pero empecé a explicarle que esa historia ya había pasado, que ellos habían estado juntos un par de veces nomás, que yo me había separado pero que nos habíamos reconciliado. Le dije que no se preocupe, que se fije a ver qué estaba pasando, que lo entendía tanto. Pobre pibe, me dio mucha lástima, no sabía qué decirle pero me sentía, no sé, como en obligación, no sé. Ay, o se imaginan qué situación horrible.
Le dije tantas cosas, estuve como diez minutos seguidos sin parar de hablar.
Después corté.
Y pensé qué bueno habría sido decirme todas estas cosas a mí cuando me separé.
Y claro, me las dijeron ustedes!
Ahora, el tipo, un desubicado.
En esta nota:
SEGUIR LEYENDO


Qué es la cultura de la cancelación y qué significa estar “cancelado”
por Ludmila Moscato

Estrés. El costo que pagan los líderes por ocuparse de su equipo

Podcast. Una oportunidad de engagement para los emprendedores
por Milagros Conzi

ESI para padres. Todo lo que tenés que saber para poder hablar de sexualidad con tus hijos
por Denise Tempone
