Largá los prejuicios: "Me estoy comiendo un P. B. T. "

Por María Paula Bandera

¿Rubio o morocho? ¿Flaco al estilo Fido Dido o musculoso a lo Johnny Bravo? ¿Péndex o vejete con onda? A la hora de imaginar al hombre ideal, todas tenemos una listita dentro de la cual la edad es un ítem que ya tenemos resuelto.

De antemano podes tener ya pensado si preferís jugar para el equipo de Catherine Zeta Jones o para el team Demi Moore, la vida siempre te da sorpresas y, de repente, te podés encontrar con que, fuera de todos tus planes, estás saliendo con un pebete. No sos la primera ni la última. Ya en 1930, la escritora inglesa Agatha Christie se casó con un péndex de 25 cuando ella era una señora ya entrada en las cuatro décadas.

" Amo el sushi ", te dijo; " Ay, yo también, Alcoyana-Alcoyana "; y fue entonces cuando el desconcierto se apoderó de su cara y la vergüenza de la tuya. " ¿Qué? ", te preguntó, " nada ", le contestaste, pero ya era tarde, así que tuviste que explicarle quién es Berugo Carámbula y qué significaba esa frase.

Ni hablar si te invita al cumpleaños de un amigo; cuando digan: " Ponete una de Agapornis ", vas a pensar que se viene una película porno, hasta que tus oídos sangren escuchando la versión remix de tu querida "Persiana americana" y entiendas que se trata de un grupo que masacró ese hit que bailabas tan feliz en los 80.

Todo muy gracioso, mucho ji-ji, otro tanto de ja-ja, pero la verdad es que esto de ser la abuelita experimentada tampoco te copa demasiado. Cómo le explicás que viste ao vivo el gol de Maradona a los ingleses sin que te tilde de dinosaurio, sin perder ese encanto que te hace irresistible. Pero aquí, justamente, está el meollo de la cuestión lo que lo vuelve loco de vos es que hayas visto ese golazo en el mismísimo momento en que Maradona lo convertía. Es que así como a vos te gusta alguien más joven, a él le gustan las mujeres más grandes.

Con tus treinta y tantos a cuestas, ya te habías olvidado de qué era eso de una noche de varios rounds. Los de tu generación te prometen experiencia y dicen que vale más la calidad que la cantidad, pero nada se compara con el resultado explosivo de sumar tus casi 40 de experiencia y sus veintitantos de energía non stop, ¿quién se puede resistir a ese combo? Entonces, te sentís una bomba sexy, y así, mientras tus amigas hablan de cómo recuperar el deseo sexual en sus parejas, vos querés contarles que te pasa todo lo contrario y que ahora jugás para el equipo opuesto: el goleador del campeonato.

Es como un viaje a lo mejor del pasado. A los 20, estás descubriendo el terreno, lo recorrés cien, doscientas, mil veces, nunca alcanza; a los 40, el interés decae un poco porque ya lo conocés de memoria; pero con tu sub-30 pueden juntar lo mejor de dos mundos: ahora que vos le allanaste el camino y él está con toda la energía para andarlo, pueden darse varios, muchos, paseos.

Las estadísticas están de tu lado, dicen que la mujer alcanza su plenitud sexual alrededor de los 35 años, mientras que los hombres lo hacen mucho antes, a los 18. Por eso –y para seguir con la onda numérica– el balance sexual da de diez. ¿No será que la diferencia de edad es pura lógica?

Claro que tanta experiencia también pasa factura, y eso que tu mente aprendió con el paso de los años, también lo sabe tu cuerpo. Como para graficarlo: tu cabeza se elevó y al mismo tiempo la gravedad se ocupó de tu figura. La cola ya no se te sube hasta la nuca y la pancita no les hace justicia a los quinientos abdominales que hacés por semana.

Pero el tiempo es un enemigo al que no se le puede ganar, así que mejor ni pelearse. Decirle: " ¿Sabes, a tu edad, el lomo que tenía? " no vale, te hace más vieja, mejor dejalo para cuando charlás con tus amigas.

Vale recordar, entonces, lo siguiente: las mujeres solemos estar mucho más atentas que los hombres a estos detalles. Así como él no vio esa tanga di-vi-na que te compraste hasta que todo lo que tenía que pasar pasó, tampoco se va a dar cuenta de que tenés más celulitis o de que tu figura tiene más centímetros que en esa foto que colgaste en la pared del living (y que pusiste justamente porque sabías que esa cintura tenía fecha de vencimiento). Así que comete ese chocolate que tanto querés y sacate los complejos.

La estás pasando muy bien, te sentís diez años más joven y recuperaste la vitalidad que habías guardado en el ropero, pero, aunque el amor a veces nos hace creer que estamos flotando dentro de una burbuja, la realidad es que afuera el cuchicheo crece. " El que se acuesta con chicos amanece mojado ", " está con ella por interés ", " es una inmadura ", son solo algunos de los prejuicios más comunes sobre tu relación actual.

¿Qué hacer? Nada, como afirma el dicho, " los de afuera son de palo" . Además, si la cosa va en serio, el tiempo se va a encargar de ponerles un cierre en la boca.

Cerca de los 40 años, el tic-tac del reloj biológico tiene más de bomba a punto de estallar que de reloj. Y puede convertirse en un tema de conflicto si tu pareja todavía no piensa en tener hijos; pero, en realidad, la idea de formar una familia no está condicionada necesariamente por la edad, lo cierto es que las agujas del reloj se mueven a un ritmo propio, quizás él ya fantasea con ser padre a los 28, mientras que a vos el deseo te llegó diez años después.

Hay varias causas que pueden motivar a una mujer a estar con alguien más joven, un intento de recuperar la juventud pérdida, o las ilusiones, energía y vitalidad de esa etapa. También es probable que encuentren en los más jóvenes lo que no encuentran en sus coetáneos. El entorno social puede ser prejuicioso con la validez del sentimiento, pero esto puede modificarse con el tiempo. Estas parejas suelen tener los mismos problemas o dificultades que las otras, ya que los contratos previos respecto de la relación no siempre se vinculan con la diferencia de edad, sino que dependen, sobre todo, de las personas. La clave para que la diferencia de edad no los perjudique es mantener una buena comunicación desde el comienzo para superar los prejuicios, confiar en la relación y transmitirlo, compartir y reconvenir intereses y proyectos y ser tolerante y flexible ante las necesidades del otro. La idea es aceptar las diferencias y enriquecerse con ellas.

Eso de que " para el amor no hay edad " es cierto, así que relajate y disfrutá de la disparidad.