Las mejores playas

En el Francis Drake todo está listo para partir. Las bandejas con melones y sandías en tajadas ya pasean por cubierta, en brazos de una morena de ojos dulces. Mientras tanto, el capitán da la orden y, con estruendo de motores, la embarcación empieza a deshermanarse del muelle. Casi toda la superficie de la goleta está cubierta de acolchados y almohadones. Algunos viajeros preparan sus máscaras de buceo, mientras otros se animan a recostarse sobre las redes que circundan al mascarón de proa y un tal Tosh se lanza a amenizar la atmósfera desde los altavoces.

Tres paradas hay en todo el viaje: la primera es en la isla Vermelha, una diminuta porción de roca, arena y palmeras. Ahí, los grupos de adolescentes utilizan al espolón de proa como trampolín desde donde zambullirse. Después vuelven a subir trepando por la soga del ancla imitando a los antiguos corsarios en sus abordajes saqueadores. Durante la segunda, los pasajeros practican buceo de superficie frente a un islote rocoso rodeado de piletones de aguas profundas. La última vez que se detiene es en una isla selvática, frente a un pequeño restaurante sobre la arena.

Las iglesias son uno de los rasgos coloniales más representativos de Parati. Son bastante simples, llevan en su mayoría detalles de la arquitectura jesuítica y varias huellas del barroco rococó.

Situada a un costado de la plaza Da Matriz está la iglesia mayor de Nuestra Señora de los Remedios; la más antigua de la ciudad. Levemente inclinada hacia adelante, según los moradores se va hundiendo un par de milímetros todos los años por la constitución fangosa del suelo.

La Capilla de Nuestra Señora de los Dolores fue levantada sobre la Rua Fresca frente al mar, por pedido de las señoras de la aristocracia paratiense en 1800. Sobre la Rua Do Comercio está la iglesia de Sao Bendito y Nuesta Señora del Rosario, una casa cristiana dedicada a los negros que habían ayudado en su construcción. Allí están las mejores esculturas religiosas de Parati.

La iglesia de Santa Rita se yergue frente al puerto y es la que define el estilo de la mayoría de las postales urbanas.