Jeans, musculosa blanca, saquito corto de corderoy marrón, pañuelo al cuello por si acaso, sandalias altas... Hago lo que puedo combinando las bajas temperaturas de las mañanas, el sol del mediodía y lo poco disponible que hay en mi placard. Habría que ser mago y resolverlo con tres toques de una varita. ¡Arriba, abajo y accesorios!
En esta sala de consultorio en la que espero hay música funcional "de consultorio" (atravesamos Gal Costa en este momento) y una tele que pasa sin parar imágenes de Japón devastado. Cuando son esas tomas aéreas uno queda fascinado por lo que ve; en cada primer plano, sin embargo, con cada cara de desesperación, uno se arma historias y no puede menos que llorar. Lloro sentada en el sillón de una sala de espera. El mundo es rarísimo y la vida otra mezcla de cosas muy particular. Así estamos.