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Mi incursión en la medicina y la nutrición antroposóficas




Hace tiempo hablé sobre la Antroposofía como una filosofía en la que se percibe al hombre de una manera holística. Tanto desde la nutrición, como la pedagogía, las artes y la medicina, la antroposofía es “un camino de conocimiento que quisiera conducir lo espiritual en el ser humano a lo espiritual en el universo." Según su fundador, el austríaco Rudolf Steiner, el hombre se compone de cuerpo, alma y espíritu.
Nunca, hasta el año pasado, había ido a una consulta con un médico antroposófico. Alguna vez tuve un clínico de cabecera, que atendió a la familia hasta pasada mi adolescencia, pero después comencé a tratarme con los de mi obra social, y ahí nunca encontré uno fijo. Me convertí en un número de historia clínica donde cada especialista me reconstruía como un rompecabezas y me daba recetas en diez minutos para tratar los síntomas sin ahondar demasiado. No quiero decir que todos los médicos despersonalizan al paciente, hay muy buenos, pero el sistema exige rapidez en la atención y el uso de fármacos que permitan desarrollar sus negocios. Entonces fui a ver al doctor Domínguez, recomendado por mi hermana, que también está en el camino de la medicina antroposófica y me sorprendí.
Después de evaluar mi problema físico, empezó a indagar más profundo, en lo que estaba pasando en ese momento. Si había tenido un desequilibrio, algo que me hubiera afectado a nivel emocional. Claro, había dado en la tecla. Justo estaba en una crisis familiar, y había cuestiones para resolver y no sabía cómo hacerlo. Durante la consulta, que duró cerca de hora y media, el médico nunca dejó de cumplir con su rol, pero me guió hacia una situación que solo había vivido en terapias psicológicas. Me abrí, lloré, entendí ciertas reacciones de mi cuerpo y después acordamos un siguiente encuentro. También me dio medicación. La medicina antroposófica trabaja con la alopatía, pero a su vez, puede recetarte una tintura madre o un preparado magistral homeopático, que hacen ciertos laboratorios.Algo importante, es que los cambios, además de ser ayudados por la medicación para resolver lo urgente, deben partir desde mí. Aprender a ver el proceso en el que me encuentro, y hacia dónde quiero ir.
El equilibrio entre el adentro y el afuera nos permite vivir en sintonía con la naturaleza

El equilibrio entre el adentro y el afuera nos permite vivir en sintonía con la naturaleza - Créditos: latinstock

Estuve leyendo un libro vinculado a la alimentación antroposófica. "Alimentarse Hoy" del belga Joel Acremant está orientado a “una nueva conciencia de la nutrición”. Él dirigió un restaurante de alimentación saludable durante siete años y fue chef en Francia, en dos escuelas antroposóficas. Lo que hace a lo largo del libro es analizar el significado de la comida de una manera profunda, y su relación con las necesidades del “comedor”, la persona que come. El autor hace un repaso por diferentes paradigmas alimentarios, habla de las virtudes de la comida viva, cruda, y de la cocida, y analiza los cuatro sabores fundamentales (salado, dulce, ácido, agrio) y su relación con los elementos (Tierra, Agua, Aire, Fuego), y los temperamentos: el comedor desinteresado, el comedor ingenuo, que se deja llevar por la publicidad, y el comedor informado.
“Los pueblos no se alimentan al azar; aunque siempre tienen apetito de placer, también tienen ganas de efectos y nada nos dice que estos dos motivos sean distintos. Cada uno pide a la comida que le procure estimulaciones particulares, con tal de tener al menos elección. La cuestión de la sal y el azúcar permite pensar en problemas particulares. Por ejemplo, ¿por qué existen tantos canapés salados para picar delante de la televisión? ¿Es para aguantar despiertos? Muchas personas cuyo sueño es frágil, deberían pensar distintamente el menú de la noche: evitar tanto como sea posible los alimentos-raíz (los alimentos salados), para dirigirse hacia alimentos-hoja (como las ensaladas), que ayudan al adormecimiento, o hacia frutos crudos o cocidos. Finalmente, el ejercicio de una mejor consciencia de los sabores, permitiría sin duda comprender mejor algunos excesos de la época, en particular ese tan extendido del azúcar. No es falso hablar en este sentido de un malestar, de una frustración, aunque hay que ser prudentes. Un gusto excesivo por el azúcar muestra la necesidad de ser confortado. La privación autoritaria del azúcar o el recurso a azúcares artificiales, constituyen seguramente la peor respuesta. Habría que intentar saber lo que puede dar esta certidumbre en la vida, esta fuerza que da momentáneamente el gusto del azúcar”.
Como se ve, cada elección de una actividad o de ciertos sabores, tienen un trasfondo que no se acaba en el simple placer o la necesidad de generar energía para el cuerpo. Podemos tener una conexión utilitaria de la comida, o estudiarla con mayor conciencia y pensarla desde su origen.
El concepto de una alimentación sana, según Acremant, no es solo vegetariana, pero propone la agricultura ecológica y biodinámica, más consumo de cereales integrales, aceites prensados en frío, sal y azúcar no refinadas, fuerte disminución de la carne, consumo de huevos, lácteos, almendras y avellanas, jugos de frutas y disminución de café y té, con la propuesta del café de cereales y distintas tisanas naturales.
Me parece súper interesante lo que vengo leyendo sobre antroposofía, y me identifico con varias ideas. A la vez, me encuentro con muchos prejuicios cuando hablo del tema, se suele decir que los colegios Waldorf aislan al chico del mundo real, lo dejan inmerso en una burbuja, y por eso les cuesta ingresar al mercado laboral, pero yo siento que eso es subestimar la capacidad de adaptación de las personas. Hoy lo veo en mis sobrinos de 17, que hacen un intercambio en colegios de Estados Unidos, y viven felices, y sin traumas, la primera experiencia lejos de casa. Considerar a la espiritualidad como una parte importante del ser humano, entrelazada con todos los aspectos de la vida, en lugar de limitarnos, puede darnos una visión más amplia del universo.
En el libro “Alimentarse hoy”, también hay recetas. De todas las que vi, me tentó una que tiene trigo sarraceno, ya que estoy experimentado con ella, y por eso la que quiero compartir con ustedes:

Trigo Sarraceno a la Holandesa

Cocer juntos 100 gr de trigo sarraceno, 200 gr de papas y 100 gr de cebollas cortadas en cubitos, hasta que estén en su punto justo.
Disponer la mezcla cocida sobre un plato, cubrir con salsa de nuez moscada (o la que prefieran), y decorar con perejil.
Se puede acompañar de algunas verduras crudas de colores.
Un plato delicioso

Un plato delicioso - Créditos: latinstock

¡Espero que les guste!
Abrazo grande.
Kariu

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