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"Mi novio, ¡qué rata!"

¿Te hace los ratones o directamente se convirtió en uno? Si al amor de tu vida le cuesta soltar la plata, esta nota es para vos




Confesemos: todas tenemos algún ratón en nuestro historial amoroso

Confesemos: todas tenemos algún ratón en nuestro historial amoroso - Créditos: Julia Gutiérrez



Por Rosario Oyhanarte
Todo empezó genial. Llamó para poner fecha dos días después de que lo conociste y no canceló. Llegó puntual, se bajó del auto, te abrió la puerta y la música que sonaba era la de tu banda preferida. Llegaron al bar. ¿La charla? Fluida, cómoda, sexy. Estás feliz porque todo parece ir viento en popa. Dos horas después, piden la cuenta y cuando se acerca el mozo, él justo recibe una llamada al celu. Se aleja de la mesa para hablar. Esperás. Corta y enseguida anuncia que tiene que ir al baño. Al volver, te pregunta: "¿Ya pagaste?". Silencio en la sala. Lo mirás. "No, bueno, todavía no", contestás con una risita tímida, descolocada. "Si querés, vamos a medias", ofrece, tan generoso que es. Y a vos te cae la ficha al instante y sabés que con un "dejá, pago yo, vos me invitás la próxima" resolvés la escena... y nunca más le atendés el teléfono. Porque está todo bien con que hoy, en tiempos de feminismo e igualdad, las parejas compartan gastos y ahorros. Incluso muchas veces somos nosotras las que ganamos más que ellos y también pasa que no hay nada más lindo que poder comprarle regalos a tu chico o invitarlo a comer. Que el hombre sea responsable con las finanzas es un punto a favor, y hay quienes realmente no pueden gastar o están ahorrando para fines nobles, como un viaje o una mudanza. Pero ese no es el punto, porque una cosa es ser prudente y austero con el manejo del dinero, pero otra –¡muuuy distinta!– es ser un amarrete. Confesemos: todas tenemos algún "ratón" en nuestro historial amoroso.

¿Cómo reconocerlos?

Es el que en una salida no tiene otro tema de conversación que los gastos del mes y lo caro que está todo (¡turn off!). El que trata de ventajearte a vos, a los amigos, a los compañeros nuevos del laburo. El tacaño, avaro, rata, codito, que para tu aniversario te lleva a un restaurante donde tiene canje y te invita al teatro solo si consigue entradas 2 x 1. ¿Hay mucho tráfico y está llegando tarde al laburo? Qué importa, él va por colectora, porque el peaje está carísimo. ¿Cumple años su vieja? "Vamos a medias, gordi", pero después cumple la tuya y olvidate, porque con un elegante "che, no hay tanta confianza todavía, prefiero no ser parte del regalo", no pone un peso ni para el envoltorio. Y el día que finalmente lo convencés de salir a comer afuera, te ofrece compartir el plato, "si sabés que a la noche nunca tengo hambre"; pero, claro, si come en casa ajena, de repente es el hombre más voraz de la tierra. ¿Día del Niño, de la Madre, Navidad? "Amor, son fechas comerciales, es de materialista gastar en eso".
Está claro: estamos hablando de quien no suelta un mango por personalidad y no por necesidad. Y seguramente todas coincidamos en que, ante estos casos, es mejor huir ante la primera señal, pero el problema es que a veces los muy pillos camuflan su amarretismo hasta el noviazgo o, ¡peor!, hasta después de subirse al avión para irse de luna de miel.

Detrás del "codito de oro"

El calificativo de "amarrete" que usamos entre amigas, en verdad, esconde un vicio grave, que es la codicia. Grave, porque implica un deseo desordenado y enfermizo de placeres y/o de posesiones; pero además, porque la tacañería habla –en lo más profundo– de falta de amor hacia el prójimo: en definitiva, hábitos como no dejar propina cuando vas a un restaurante significan no querer reconocer el trabajo del otro. El Mickey Mouse siente placer en el tener, en el ahorrar, guardar y atesorar. En el fondo, o no tanto, esta conducta esconde una gran voracidad y ansiedad por tenerlo todo, que se traduce en un apego egoísta a los bienes materiales. Un agravante es que, casi por definición, el hombre codicioso no reconoce serlo. Difícil que cambie, entonces. ¿Y vos? Tenés que estar atenta a sus argumentos, porque ellos van a alegar que están cuidando la plata, que no hay que despilfarrar, que vos sos una shopaholic empedernida que no puede controlar sus impulsos con cada nueva temporada y que no hay por qué comprar la marca más cara de pañal, aunque tu bebé viva con la cola paspada por usar tanta berretada.
Si estás en la instancia de las primeras salidas, todavía estás a tiempo, así que ¡corré! Hay muchos peces en el mar

Si estás en la instancia de las primeras salidas, todavía estás a tiempo, así que ¡corré! Hay muchos peces en el mar - Créditos: Corbis

¿Cómo actuar?

Si estás en la instancia de las primeras salidas, todavía estás a tiempo, así que ¡corré! Hay muchos peces en el mar. Ahora, es cierto que el "cardumen" últimamente viene medio pelo, y por ahí el muchacho en cuestión realmente te gusta y querés darle una chance. Si la cosa sale bien y terminan juntos, el primer paso es que él reconozca que tiene un problema. Porque la cuestión económica es fundamental en la pareja y, si no hay diálogo al respecto, esto puede llevar a problemas de convivencia. Serios. Otra estrategia es señalarle todos los momentos placenteros que sacrifica por no largar un mango, como salir a comer con amigos o escaparse un finde con vos. El segundo paso sería hacer cuentas juntos para que entienda que hay un monto determinado que se puede gastar en pasatiempos, y que aún queda margen para ahorrar. La idea es que él disfrute sin angustiarse cada vez que proponés algo, aunque sea un café en el bar de la esquina. Con buena onda, demostrale que gastar en el otro (¡o en uno mismo!) es un acto de amor. Y si todo falla..., no te va a quedar otra que agarrar a tu "ratoncito" de las orejas y acompañarlo a que consulte a un especialista.
Tu pareja es un "ratón" si...
1. Es tu cumple y te regala una remera de tu marca preferida..., pero del outlet. Y que no admite cambios.
2. Al cine, te invita sólo los miércoles, que sale la mitad.
3. No prende el aire acondicionado del auto con tal de gastar menos nafta, aunque hagan 35° a la sombra.
4. Te invita a tomar el desayuno sólo si hay "promo de dos medialunas y un café con leche por 20 pe".
5. Se pasa todas las salidas hablando de que tiene que ahorrar.
6. Cuando van a un restaurante y llega la carta, te das cuenta de que en vez de mirar la columna de los platos, está mirando la de los precios.
7. Cuando te prepara una comida sorpresa, te llama y te pide que pases por el súper, porque "le faltaron algunas cositas"... ¡y te termina encargando de todo!
8. Tiene más de 35 pirulos, pero vive con dos roommates para dividir el alquiler.
9. Cuando no le anda el 3G del teléfono, ni sueñes con que te llame o te mande un SMS.
10. Da mil vueltas con el auto con tal de no pagar estacionamiento. Y si no tiene, es de esos que AMAN caminar, aunque estén a 50 cuadras de casa y vos estés con unos stilettos furiosos.
¿Estás atravesando esta situación o alguna vez lo estuviste? ¡Contános qué hiciste con tu Mickey Mouse!

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