Estaba maricona ayer, la llegada del invierno me tenía encogida. Algo en el aire me reactivó a la nena chiquita, vulnerable, vulnerada y por unas horas volví a vivir una película antigua.
No, nena-vulnerable, conmigo no vas a poder esta vez. Entiendo que te sientas sola, que temas aburrirte demasiado, que ya no te halles con vos misma, lo entiendo muy bien. Pero niña, lamento decirte que aquí, en casa de Inés, ya están Lupe y China (no hay lugar para tres).
Sí, lamento decírtelo, nena vulnerable, vulnerada… Sana, sana, colita de rana. ¿Qué? ¿Querés salir a jugar o a tomar aire? Ah, ok, pero tendrás que transformarte. Tendrás que aceptarte fuerte, madura, robusta y por sobre todas las cosas, tendrás que aceptarte amada.
¡Y no olvides dar las gracias!
Estaba maricona ayer y me asusté. ¿Cómo puedo estar ofendiéndome porque Fulano no me contesta un mensaje? ¿Cómo puedo estar culpándome porque China se ponga tímida, o se queme el bracito con agua hervida?
No, nena, no voy a dejarte entrar más que para que me hagas cosquillas y me susurres tonterías. Pero tonterías de las románticas, o de las ridículas. De las sanas. No, no, bajo ninguna circunstancia voy a dejar que este invierno me tomes por sorpresa, de vuelta. Estoy demasiado amiga conmigo misma para dejar que me hagas la cabeza.
¿Y vos? ¿Cómo estás llevándote estos días con tu nena vulnerable/vulnerada?
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