(Este es el segundo post del día viernes. Una licencia extraordinaria que me doy. Para ser leído de noche, preferentemente de madrugada, en soledad y calma).
"Pero la noche ha de conocer la miseria, que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas. Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros" (Fragmento de "La Noche" de Alejandra Pizarnik)
Esta imagen de una noche odiándonos por ser miserables me quedó titilando. Leí en voz alta toda poesía de Pizarnik en la clase y recién entonces, cuando tuve que interpretar su sentido frente a mis alumnas, descubrí su potencia.
La había sentido delirante, enrevesada en un inicio. "¿Qué estará diciendo? ¿Odio? Uf, se ve que la Pizarnik bebía ella sus fantasmas (ahora diríamos: "se los fumaba")".
Y de golpe, media hora más tarde, en el silencio y la inmensidad de la noche, en una clase donde dábamos vueltas -en un sentido amplio- alrededor de ésta, de la luna, de las estrellas. Oh. Oh. ¿Será que la noche se enoja porque no la habitamos como corresponde? ¿Será que la noche también se revoluciona porque el hombre actual la ignora?
No digo que la ignoremos absolutamente, pero la hemos convertido en un trámite. O en negocio. O en delito y peligro. ¿Y todo aquello de mágico, de surreal, de misterioso, de solemne, de sensible que tiene ese momento del día, del no-día?
Todo aquello de océano elevado, poético, profundo, dionisíaco, ¿dónde se vive fuera de lo íntimo? Fuera del desvelo y del sexo, ¿cómo se comparte? ¿En las fiestas? ¿En los boliches? ¿En los recitales?
¿Y si cada tanto lo diéramos todo vuelta? ¿Y si nos juntáramos en la plaza de noche? Y si armáramos encuentro virtual, ¿escribiríamos lo mismo? ¿Y si hubiere algo muy fundamental que nos perdemos por estar durmiendo? ¿Y si es en ese momento que el Cielo nos revela sus mejores secretos? ¿Y si la reivindicación de lo femenino tiene que ver con re-vivirla, con que la re-signifiquemos y dejarnos guiar por la no-razón que no atiende a intereses? (que no atiende a intereses productivos, que propicia el encuentro, que sabe hacer silencio, y que ama tanto como enloquece).
¿Qué dicen ustedes?
En esta nota: