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Nuestro derecho a una alimentación soberana




Marcos Ezequiel Filardi es abogado y desde hace tiempo utiliza su conocimiento sobre las leyes como herramientas para generar conciencia sobre un tema que nos involucra a todos: nuestro derecho al acceso de los alimentos adecuados. Hace diez años, ayudar a resolver el problema del hambre lo impulsó a viajar por otros continentes, y este año se abocó a la tarea de crear un Mapa de la Soberanía Alimentaria en Argentina.
Lo conocí en 2014, mientras cursaba la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina y la Escuela de Nutrición de la UBA, dirigida por la licenciada Miryam Gorban. Él era uno de los profesores que colaboraban en ese espacio abierto y gratuito de conocimiento para la comunidad, al que agradezco por haberme abierto la cabeza en muchos aspectos. Lo encontré en Neuquén, en las jornadas de alimentación consciente, allá me enteré de este proyecto. Por eso aprovechamos su estadía en la ciudad, durante la visita de la activista Vandana Shiva y la documentalista Marie-Monique Robin, para entrevistarlo en la radio Ensalada Verde, acerca del recorrido que está realizando. Hoy sigo con mucho interés sus movimientos en "Viaje por la Soberanía Alimentaria" que se inició en enero.
Marcos Filardi. Abogado de Derechos Humanos y Soberanía Alimentaria.

Marcos Filardi. Abogado de Derechos Humanos y Soberanía Alimentaria.

-¿Cuál es el objetivo del viaje?
-El viaje se inició con el objetivo de documentar en los distintos territorios las violaciones a los derechos humanos que genera este sistema alimentario del modelo dominante hegemónico. Pero además no es quedarnos en la denuncia de esas consecuencias sino rescatar las experiencias de soberanía alimentaria que se están dando en el país, de producción local agroecológica de alimentos, de pastores tradicionales, de pesca artesanal, de experiencias de comercialización alternativa, que acercan al productor con el consumidor, compras comunitarias, todo lo que plantea un paradigma alimentario distinto al actual.
-¿Con qué te encontraste? ¿Hubo algunas resistencias o más acciones solidarias?
-Encuentro más de lo que pensé que iba a encontrar. En todos los lugares encuentro una manera distinta de vincular a los productores con los consumidores, o "comensales", como preferimos decirles, que deciden reunirse para adelantarle financieramente la siembra a un agricultor o campesino, para luego abastecerse de hortalizas agroecológicas frescas, hay una explosión de ferias en todo el país, cooperativas de consumo, sistema de compras comunitarias… Es un movimiento que se está dando de abajo hacia arriba, no necesariamente a nivel provincial o nacional. En ocasiones aisladas reciben apoyo de los municipios, pero aun así, el movimiento viene de los ciudadanos autoconvocados que están dando pelea al sistema hegemónico.
-¿Cómo es el panorama general con este sistema?
-El modelo sigue gozando de salud y todas las consecuencias denunciadas se ven en los territorios. Hay 14 millones de personas que todos los días están expuestas a fumigaciones con agrotóxicos, aéreas o terrestres, con consecuencias graves como cáncer, labio leporino, trastornos neurodegenerativos, malformaciones. A todos nos afecta. Los que estamos desconectados del campo y la tierra, del proceso productivo, a diario somos envenenados a través de la cadena alimentaria. Desde la Cátedra de Soberanía Alimentaria hicimos el año pasado, una actividad, propusimos a los alumnos que trajeran frutas y verduras de donde ellos compran normalmente, de distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires. Lo llevamos al laboratorio de La Plata, al equipo que dirige el doctor Damián Marino, el EMISA, (Equipo Multidisciplinario de Interacción Socio Ambiental) y los resultados son alarmantes. Encontraron Clorpirifós, Endosulfán, que es un agrotóxico que está prohibido hace años, tres o cuatro agrotóxicos por muestra. Encontramos que nos se respetan los períodos de carencia -los días en los que el producto no se puede llevar al mercado por el efecto de los pesticidas-.
-Es grave. Es lo que comemos a diario.
-Esto que vemos en la producción frutihortícola se da en toda la producción alimentaria, lo que estamos documentando en el país es que, como dice Soledad Barruti, estamos muy Malcomidos. Esto tiene un impacto serio en nuestra salud, además de un aumento en la obesidad, hay un incremento en enfermedades crónicas no transmisibles, como el cáncer, y las enfermedades cardiovasculares, directamente vinculadas con el tipo de alimentación que estamos teniendo.
-En nuestro país convive el monocultivo con la producción agroecológica. ¿Cómo juegan los intereses políticos en este sentido. ¿Tenés una mirada optimista?
-El 60% de la superficie cultivada hoy en Argentina está destinada al monocultivo de soja transgénica, que en su mayoría será exportada y que requiere gran cantidad de pesticidas, no solo el glifosato, también el glufosinato de amonio, estamos volviendo a usar el 2-4d. Se vuelcan en cada campaña 380 millones de litros kilos de agrotóxicos por año y ese modelo está vivito y coleando, modelo que se sostiene a partir de la concentración de la cadena económica, sobre todo con los actores intermediarios, con una presencia muy fuerte de los supermercados, y con toda esta resistencia de la que hablábamos. Aún así tengo esperanza de que empieza a haber organización, propuestas y alternativas, y sobre todo, empieza a haber un nivel de conciencia muy importante, sabiendo la persona que cada vez que va a comer, está haciendo un voto monetario por un determinado sistema alimentario. Yo no creo en la coexistencia de estos dos modelos, son antagónicos, simplemente por el aspecto de la contaminación, si tenés una semilla con un gen modificado genéticamente, existe la posibilidad muy alta de contaminación a la población aledaña, que pretende ser agroecológica u orgánica, lo mismo pasa con las fumigaciones.
-Una mata a la otra. No pueden convivir. Como decía Marie-Monique Robin, el panorama en el campo argentino es desalentador, pero a la vez, está en nuestras manos cambiar los hábitos de consumo, hoy existe en la ciudad más propuestas de productores de verduras agroecológicas.
-Hay una pugna entre estos dos modelos económicos, en el modelo de la Soberanía Alimentaria los alimentos no son mercancías, sino un derecho humano al que nosotros tenemos que tener acceso. El rol que tenemos en nuestro próximo almuerzo, podemos aliarnos entre nosotros para conectar y sostener a los productores, y poder consumir hortalizas frescas y agroecológicas. Hay una tendencia en avanzar en el autocultivo, muchas personas vuelven a cultivar sus productos, porque saben que las posibilidades de garantizar un alimento confiable son muy limitadas.
-¿Cómo es la cuestión con los animales?
-Entre el 70 y el 80% de la carne que hoy se consume en Argentina viene de feedlot, es una consecuencia de la sojización. El problema del feedlot en términos de salud (y más allá de la crueldad con los animales), tiene relación con la sojización. Como era más rentable cultivar soja, las vacas fueron encerradas en campos de concentración, que son los feedlots, con las patas hundidas en el fango, esto le genera un montón de infecciones, hay un uso intensivo de antibióticos, esos pasan a la carne, el segundo problema es que como el animal no se mueve, la grasa queda pegada al músculo, entonces se está consumiendo grasa saturada a un mayor nivel del que se consumía antes, con todo lo que esto implica en la incidencia de enfermedades cardiovasculares. El mismo sistema de producción se aplica a los pollos, inclusive al salmón de Chiloé, en la salmonicultura, que después integra el sushi que se come en Buenos Aires.
Vacas encerradas en feedlot, en Rojas, provincia de Buenos Aires. Foto: Viaje por la Soberanía Alimentaria.

Vacas encerradas en feedlot, en Rojas, provincia de Buenos Aires. Foto: Viaje por la Soberanía Alimentaria.

Cerdos hacinados, Bonifacio, provincia de Buenos Aires. Foto: Viaje por la Soberanía Alimentaria.

Cerdos hacinados, Bonifacio, provincia de Buenos Aires. Foto: Viaje por la Soberanía Alimentaria.

Plantaciones de maíz no transgénico en Anguil, La Pampa Foto: Viaje por la Soberanía Alimentaria.

Plantaciones de maíz no transgénico en Anguil, La Pampa Foto: Viaje por la Soberanía Alimentaria.

-Aunque muchos médicos sigan recomendando esos alimentos.
-El sistema dominante está sostenido por intereses muy fuertes y entrelazados entre sí, dar pelea significa enfrentarse a la industria química, la semillera -que está altamente concentrada-, la industria farmacéutica que está vinculada con estas industrias, los supermercado y el petróleo. Lamentablemente eso hace que instituciones intermedias, como las asociaciones que dicen velar por nuestra salud, terminen aconsejándonos cualquier cosa en detrimento de nuestra salud. Pensemos que la vaca es un herbívoro, biológicamente diseñada para procesar hierba, nosotros le modificamos la alimentación a base de granos transgénicos, con agrotóxicos. Eso le modifica la flora intestinal, y le genera enfermedades como tumores. Las vacas se inflan de gases, las pichan para eliminar esos gases y terminan muriendo. Yo vi como descartan las reses muertas como consecuencia de este sistema. En los animales, (vaca, pollo, cerdo), encontramos residuos de antibióticos, con las consecuencias gravísimas que tienen para nuestra salud, antibióticos que ingresan a nuestro cuerpo a través de los alimentos, y esto puede implicar resistencia a las bacterias, a los que los medicamentos ya no les hacen nada, y podemos tener una epidemia hasta global, en este punto.
Tenemos problemas en las frutas y verduras, en la carne vacuna, porcina, aviar, en la que se usan las hormonas (aunque están prohibidas). No perdamos de vista los productos ultraprocesados, los que nos ofrecen los supermercados. Detrás de la supuesta diversidad, hay tres o cuatro cereales cultivados en este sistema, son transgénicos y rociados con agrotóxicos, y con aditivos perjudiciales para la salud, saborizantes artificiales, como el Jarabe de Maíz de Alta Fructosa, (JMAF) endulzante por excelencia en la industria argentina, la lecitina de soja que es un emulsionante y más de mil productos tienen derivados de esta soja transgénica que nosotros supuestamente exportamos a China.

El viaje continúa

Promedia el año y el recuento de experiencias y personas suma contenidos que servirán a la Cátedra pero también a todos los que quieran tener la información necesaria para elegir con una verdadera conciencia. La última actualización es del 29 de junio de 2016 y en ese momento se encontraba por la zona de Los Esteros del Iberá.
Sobre su encuentro con Vandana Shiva y con Marie Monique Robin (la responsable de El Mundo según Monsanto y otros tantos documentales sobre el tema) dice que fue un momento histórico haberlas tenido reunidas en la misma mesa. Ambas son figuras emblemáticas que propician el empoderamiento de los pueblos frente al avance de las multinacionales que se apropian de las tierras, las semillas y los alimentos.
-En nuestra lucha, hace años que estudiamos lo que escriben, es importante que la universidad se abra a estos temas para lograr cambios, en el primer año de la Cátedra Libre, el decano de la facultad de Medicina vio que el aula estaba llena, es la misma gente la que impulsa a esto.
-¿Cómo se maneja la Cátedra? ¿De quién depende?
-La Cátedra está aprobada por el consejo efectivo de la escuela de Nutrición pero es un espacio contrahegemónico. Aún hoy la institución más creíble es la universidad pública, las empresas quieren legitimar su práctica ahí. El plan estratégico agroalimentario fue acompañado por gran parte de las universidades. Se coloniza la universidad pública, porque tienen convenios con las empresas semilleras, y la escuela de nutrición misma tiene convenios con PepsiCo para promover supuestamente la alimentación saludable. Tiene contribuyentes diamante, platino y oro, que son Danone, aceitera general Deheza, eso les permite tener una pata dentro de la universidad. La Cátedra es una verruga molesta, son propuestas contrahegemónicas.
-¿Vas a participar este año?
-Estoy tratando de multiplicar las cátedras libres en el país, la idea es que la red no solo es en el seno de las universidades, sino de cualquier organización social que quiera vincularse, estamos armando una red cada vez más amplia. Productores, movimientos campesinos, lo que queremos es poner la agricultura familiar campesina indígena en el centro de la mesa, queremos romper con la lógica de que los profesionales universitarios son los únicos que tienen el conocimiento. El conocimiento está afuera, en el campo, en la tierra. También estamos armando un colectivo de abogados que estamos trabajando en estos temas, desde la promoción de la agroecología, compras comunitarias, la prohibición de publicidad infantil en alimentos ultraprocesados. Hay muchos proyectos presentados en el congreso que fueron cajoneados, nosotros continuamos y abrimos la red.
El contacto cara a cara con esta realidad convierte a Marcos Filardi en un referente y un cronista de primera mano que nos cuenta lo que no aparece en ningún medio importante. Mientras nuestros alimentos y el agua son contaminados. Hacerlo visible, compartirlo también depende de nosotros.
El viaje continúa. Foto: Viaje por la Soberanía Alimentaria.

El viaje continúa. Foto: Viaje por la Soberanía Alimentaria.

Muchas gracias, Marcos Filardi por la entrevista. Espero que les haya resultado interesante.
Les recuerdo que me pueden escribir a kariuenverde@gmail.com y al facebook Kariu en Verde
Me despido con un abrazo grande.
Kariu

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