El domingo me desperté con la noticia: había muerto Oliver Sacks, el médico y profesor de neurología clinica y psiquiatrica de la Universidad de Columbia tenía 82 años y un cáncer terminal. El mismo lo había anunciado en febrero en The New York Times, el tumor había hecho metástasis y ocupaba gran parte de su hígado, sabía que el final estaba cerca. No por eso dejo de nadar ni escribir, dos de sus grandes pasiones. En una carta, hablaba con optimismo:
"De pronto me siento centrado y clarividente. No tengo tiempo para nada que sea superfluo. Debo dar prioridad a mi trabajo, a mis amigos y a mí mismo. Voy a dejar de ver el informativo de televisión todas las noches. Voy a dejar de prestar atención a la política y los debates sobre el calentamiento global. No es indiferencia sino distanciamiento; sigo estando muy preocupado por Oriente Próximo, el calentamiento global, las desigualdades crecientes, pero ya no son asunto mío; son cosa del futuro. Me alegro cuando conozco a jóvenes de talento, incluso al que me hizo la biopsia y diagnosticó mis metástasis. Tengo la sensación de que el futuro está en buenas manos".
Oliver Sacks fue una mente brillante, dejó en sus libros el registro de aquello que lo obsesionaba, las enfermedades neurológicas extrañas observadas en cada detalle como piezas de un rompecabezas enorme que disfrutaba resolver. De la cantidad de artículos que leí acerca de su vida, creo que me quedo con la idea de su interés por personalizar las ciencias cognoscitivas, y volver a la tarea de la observación minuciosa y análisis de las historias clínicas de los pacientes (propio del siglo XIX), además de utilizar las abstracciones y estadísticas de la medicina actual.
El médico que atendió a "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero", describió con destreza literaria el caso de un profesor de música que sufría de agnosia visual, y que había perdido la capacidad de distinguir las caras de las personas que lo rodeaban, a los que convertía en simples abstracciones, de ahí su confusión a la que, por suerte, su esposa se había acostumbrado. Ese y otros casos, se transformaron en cuentos y novelas atrapantes, que acercaron la psicología y la neurología a gran cantidad de lectores. Más de un millón de sus libros vendidos solo en Estados Unidos lo comprueban.

Créditos: Corbis
Es muy probable que la mayoría de las personas hayan descubierto a Sacks a través de la película Despertares, con Robert De Niro y Robin Williams, basada en el libro en el que describía un caso real en el que experimentó con una droga que les permitió a los pacientes salir de las tinieblas de la encefalitis letárgica y tener unos momentos de lucidez. Recuerdo haber quedado impresionada por esa película que vi en la tele, pasarían muchos años antes de saber quien era su autor.
"Vemos con los ojos pero también vemos con el cerebro", dice en esta charla TED en la que cuenta lo que revelan las alucinaciones sobre nuestra mente:
Quise traer al blog su historia como una forma de rendirle homenaje, y también compartir la vida de un hombre fascinante que nos dejó sus libros e investigaciones que van a trascender su muerte. Si tienen ganas de leer más acerca de él, les recomiendo este perfil, sus artículos publicados en los diarios mas importantes del mundo, y sus famosos
Y cierro el post con sus propias, y hermosas, palabras acerca de lo que tenía por delante y lo que dejaba en el camino:
"No puedo fingir que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído, y viajado, y pensado, y escrito. He tenido relación con el mundo, la especial relación de los escritores y los lectores. Y, sobre todo, he sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una aventura".
Me pueden escribir a kariuenverde@gmail.com
Abrazo grande.
Kariu
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