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 • HISTORICO

Para todo lo demás, existe el Turco




La agencia es un caos. Los clientes y el fanatismo con los juegos Olímpicos. Nada que me pueda interesar menos. Llaman, consultan, piden reuniones, organizan eventos (a los que no voy) y hacen cambios de último minuto. ¿Yo? Yo ando como a quince centímetros del piso y finjo que tipeo cosas importantes en un Powerpoint que no existe o chequeo diseños en la pantalla. Mentira. Mis ojos miran a través. Yo estoy viendo otra película. Me la paso recreando escenitas del fin de semana que son tan pero tan efectivas que recrearlas está casi tan bueno como vivirlas. (El Turco agarrándome de la cintura mientras acomodo las cosas en la cocina y trepándome de un solo movimiento a la mesada, y un beso que duró hasta la mañana siguiente y las manos y...). ¡Concentración, Sofía! Después me pongo media pila y me hago la efectiva y tengo toda la productividad concentrada en dos horas y desbordo energía. Pedro me dice que ando con cara de bien atendida. No le contesto. Me dice:

-En cambio, mirá a la minita nueva de cuentas la cara de malco que tiene. Ya la voy a arreglar.

El concepto de malco de Pedro me enfurece. Un clásico. Pero después voy a al baño y me miro la cara en el espejo y aunque sea por oposición, me la tengo creer. Estoy radiante.

Esta noche lo busco al Turco por el estudio. Me dijo que elija un lugar lindo para ir a comer. Estoy googleando, quiero algo tranquilo, sillones, linda luz y cerca de mí casa, o la suya...


Detalles según lo pedido.

En cuanto a los detalles del otro día, nada del otro mundo, bah, nosotros. Compré una picada, unos quesos ricos, algunas cosas de comida árabe que me encanta. (Alguien había recomendado el "finger food" y sí, tenían razón. Ja). Además no necesitás sentarte a la mesa, podés estar en el suelo, en almohadones. Ideal, ustedes me entienden. El Turco trajo unos vinos riquísimos que le había regalado un cliente en un rodaje y su iPod. Se ocupó de la música. Es un DJ perfecto. Parecía una película, entre las velitas, la música, las copas de vino y todas esas otras cosas que no se pueden contar, ni comprar, claro.

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