
Disimuladamente, entre traguito y traguito de café con leche, espío mi bolso que está justo acá debajo de mi escritorio. Mi mirada oscila, bolso, reloj, bolso, reloj, bolso, reloj. Ya falta nada y sin embargo esa sensación antes de cada viaje cuando das la vuelta la llave de entrada y cerrás; esa sensación clarísima de que algo te estás olvidando. Obviamente, no puedo saber qué.
Anoche JP había mandado un mail diciendo que quería hablar conmigo. Me fui a José Ignacio. Eso fue lo único que puse.
Esta misma tarde, si no está feo, me pienso meter en el mar con frío y todo. Empezaron mis mini vacaciones. Mañana les cuento. Besos a todos.
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