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Permitite equivocarte




"Tenés que permitirte equivocarte", me dijo anoche Tatiana. "Toda la exigencia que estás teniendo afuera, ya sabés que, en el fondo, a la base, nace de la exigencia que tenés con vos misma."
Sigo en frecuencia de colegiala como ayer, así que escucho y no juzgo. Asiento con la cabeza, con la certeza de esa "obviedad" no me llega en cualquier momento, sino en el momento oportuno.
Quiero permitirme equivocarme, sí, ¿por qué no? ¿Qué tal si hoy me permito escribir algo no muy original? O mejor aún, ¿qué tal si hoy me permito escribirlo así nomás?
¿Qué tal si además me permito trabajar poco y lento? Puedo permitirme distraerme mucho, como últimamente me sucede, sabiendo que si lo hago, es porque lo necesito, porque así lo siento.
También me permito no ser una super mamá, no tener todas las fuerzas ni todas las respuestas ni toda la paciencia que se supone debo tener en tanto tal.
Me permito no tenerla clara en nada. Sí, no sólo me permito ignorar en un plano intelectual, sino, además, hacer agua en el orden de los sentimientos.
Me permito equivocarme como mujer, como amiga, como hija, como vecina.
Me permito ser egoísta y sólo hacer por unos días lo que dicten mis tripas.
Me permito comer bombones (bueno, esto me lo vivo permitiendo), me permito fanfarronear, remolonear, bostezar sin taparme boca y decir cualquier gansada, sólo porque... porque... porque no sé, saben, porque qué se yo... porque sí, ¿por qué tengo que andar justificándome todo el tiempo?!
Hoy viernes, ¡¿en qué se permiten equivocar Ustedes?! Ayer no pude leerlos casi; hoy comento por partida doble... si puedo.

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