Hace mucho que no iba a la plaza.
Por distintos motivos. Entre otros, acaso el más importante, porque mis hijas no están ya conmigo durante el fin de semana.
"Hace mucho que no venía al parque", me dije para mis adentros, "y elegí una tarde ideal para hacerlo". Todavía estaba sin hijas, no había ido a instalarme en él, sólo estaba atravesándolo, casualmente con la cámara.
Si tuviera que escenificar al ojo calmo de un huracán, el escenario se parecería mucho a la plaza tal como la viví ayer a la tarde.
Huracán, ¿qué, cómo? Eso pensé mientras caminaba: que en una época de tensión colectiva, de crisis económica, de dificultades serias para varios, de un stress que crece y se naturaliza, de insomnios que asaltan en la mitad de la madrugada, en una época de estas características, qué necesario respirar un aire un poco más oxigenado. Y detenerse. Recordar lo primero: somos vida en un planeta que exuda naturaleza, que flota lo más campante en un Espacio. Inconmensurable.
Este dato volado para algunos, se me hace más real –en un sentido- que todos nosotros juntos. Que todos los que coincidimos en esta coordenada de tiempo/espacio. En unos 100 años la gran mayoría, sino todos, no estaremos vivos (no en esta forma al menos) y la Tierra continuará, impávida, disciplinada, en su circular camino...
Y me fui por las ramas. La plaza me da esa licencia; la plaza y la cámara.
Civilización y barbarie
Por la tardecita volví con hijas y amiga. Con patines, rollers, monopatín y alfajores de maicena.
Ellas ejercitaron su inteligencia corporal como si hacerlo fuera una necesidad; me gusta verlas conquistar seguridad en sus cuerpos y movimientos. Y rieron. Rieron por el simple hecho de estar trasladándose sobre ruedas.
A la hora de estar patinando y con la noche cayendo, patinaron por los senderos del parque. Ya luego, por debajo del monumento y por último, antes de quitarse los patines, me pidieron monedas para tirar a una fuente. "Pidan tres deseos". Cerraron los ojos y tomándose su tiempo para definir sus pedidos, las arrojaron.
Emprendimos el regreso a casa, no sin antes hacer una visita a la verdulería. Y mientras pateábamos esas últimas cuadras, único momento en el que el frío volvió en tanto pensamiento, Ámbar, amiga de China, soltó: "yo le pedí pasarla bien a la fuente".
-¿Y? ¿Se te cumplió el deseo?
-Sí, la pasé bien –contestó risueña.
"Yo también", pensé.
(No llegué a pedir deseos, pero no sé si me hubiera ocurrido uno tan preciso como ése).
¿Y ustedes? ¿Van al parque? ¿Cuál es su parque o plaza preferida? ¿Hacen pic-nic, van a los juegos, toman mate o hacen ejercicio?
En movimiento
Ejercitando el freno
PD: ¡Muy feliz fin de semana! ¡Que descansen!
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