Mirá porno con él y renová tu intimidad - Créditos: Corbis
Por Marta Rajtman
Algunas veces, los que trabajamos en sexualidad recomendamos algún video con contenido erótico a modo de estímulo, siempre que sea con escenas amorosas, sin violencia alguna. Como los hombres son muy visuales y nosotras, muy auditivas, podemos con ese recurso "caldear el clima" y pasar a la acción. Pero no se trata de la pornografía que todos conocemos, que es una exhibición de contenidos sexuales, en forma obscena, con la intención de excitar lujuriosamente, ya que no está bueno tenerlos como ejemplos e intentar reproducir luego escenarios sexuales tan teñidos de exageraciones inalcanzables. Es más, el consumo de material pornográfico en exceso puede distorsionar la visión normal que todos tenemos sobre los cuerpos, las relaciones y la sexualidad, que llega a ser tratada como una adicción.
La industria y producción pornográfica es una actividad comercial, con una enorme carga de intencionalidad, que, antes de que existiera Internet, no le era tan fácil acceder a nuestra casa, y además tenía un costo. Sin duda alguna, en aquellas épocas había más misterio, más curiosidad y hasta la necesidad de inventar, crear, y no sólo de copiar e imitar.
Sin embargo, hoy, con un simple clic, todos podemos acceder a sitios porno, no sólo desde nuestras casas, sino también desde el trabajo o en cualquier lugar adonde llevemos nuestra notebook. De hecho, la palabra "sexo" es uno de los tres términos más buscados en la red.
Entonces, es completamente normal que alguna vez hayamos incursionado en alguna página para curiosear y, luego, concluir que se trata de acciones muy exageradas respecto de las conductas habituales de nuestra vida sexual, aunque seamos grandes experimentadas. Es por eso que hoy los videos porno con más llegada son los caseros, aquellos que mantienen un registro real, incluso los porno soft que no se focalizan en la penetración, sino en la previa, las caricias, los sonidos.
También están quienes ignoran la pornografía totalmente. Lo que sucede es que, con la cuota que consumimos subliminal e inevitablemente en videos, publicidades y atuendos provocadores que vemos en la tele, nos alcanza.
Ahora, ¿por qué sentís la necesidad de ver porno? ¿Qué pasa?, ¿bajó la frecuencia de los encuentros?, ¿todo es más aburrido y previsible que antes?, ¿siempre es en el mismo lugar, el mismo día de la semana, en la misma posición? ¿Para vos él está siempre cansado, pero después lo encontrás en la compu? ¿O es al revés: la que está siempre cansada u ocupada con tareas pendientes o con los chicos, sos vos? Tomate un rato para pensar y ser sincera con vos misma.
Si descubrís que necesitás un espacio para revivir el deseo, llegó el momento de la redistribución del tiempo. Regalate un espacio para vos primero, con algún mimo, baño calentito, rico perfume, y cuando llegue él, no le hables de los problemas como si fueras una ametralladora. Esa actitud lo deserotiza casi seguro. Cuando el ámbito es cordial, con charla fluida, aunque vos seas la que más habla, se empieza a generar el lugar para acostarse, y juntarse... y así -haya o no "sexo"- va a haber sexualidad, todo lo que tiene que ver con el contacto, la proximidad, los olores y sabores de cada uno de ustedes.
Entonces, Internet y sus infinitas páginas porno van a ser cada vez menos necesarias o dejarán de ser una costumbre en vuestras vidas.
¿Mirás porno con tu pareja? ¿Qué les aporta? ¿Por qué todavía no te animás? Contanos tu experiencia
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