Vivencias del fin de semana que dejaron huella, que provocaron algún sentimiento entusiasmado, con fuerza:
China taladrándome con preguntas acerca de su crecimiento y sus próximos pasos. Queriendo saber con lujo detalle adónde "pasaría" a los seis (¿a la escuela?), a qué colegio concurría específicamente, cómo entraría (¿por qué puerta?), si debería subir escaleras, si jugaría con juguetes, si yo la llevaría o iría a buscarla a la salida, si llevaría algún tipo de delantal, si usaría una mochila gigantosa con rueditas (¿de Tinker Bell?), si seguiría estando con sus amigos, si usaría el pelo largo, si todavía seguiría usando flequillo...
Juntarme con Nai y Ailín, actrices del corto, a leer el guión y profundizar el relato. Tomar una lágrima espumosa, comerme 2 bombones exquisitos, salir caminando con ellas, como si las conociera de siempre. Volver a sentirme joven, jovencísima, todopoderosa, rebelde. Recordar algunas de mis varias locuras de aquella época (de mi adolescencia). Volver a sentir ecos de aquella adrenalina, los riegos tomados, no por juego, no porque quisiera lo que se dice "divertirse" (lo que comúnmente se entiende por este verbo), sino por curiosidad y amor a la vida, por un exceso de conciencia de finitud y porque no iba a dejar de experimentar aquello que sintiera enriquecedor... sólo por no ser "lo correcto".
Estar en la cama con mis hijas, queriendo dormirlas y de golpe escucharlo a Fede, "vengan, vengan, miren", levantarme hasta el living y descubrir en la calle una caravana de gente en plena vía crucis, con sus velitas prendidas, algunos llevando a sus niños en coches. Mi hija preguntándome: "¿Qué pasa, ma?" Y yo no saber a ciencia cierta qué responderle. Y más interesante aún, salir al balcón, afinar la vista y EMOCIONARME. Emocionarme con esa imagen/energía de esos muchos vecinos caminando a paso lento, creyendo en algo divino, trascendente, invocándolo. Llorando sin entender por qué. Luego, minutos más tarde, de vuelta en la cama, imaginarme una crucifixión y sentirme apenada, triste.
Leer, escribir, empezar en mi cabeza a escribir todo aquello que "nunca me animé a escribir", planear hacerlo, darme esa revancha.
Estar en familia política el domingo de pascuas, compenetrarme en conversaciones de sobremesa, apasionantes, ligeramente incorrectas. Un rato antes de sentarme, tener a Lena en brazos, acunarla, agitarla bien suave, cantándole el arrorró, susurrándoselo.
...
Voilà mi mapa de vivencias que me dejaron sintiendo, reflexionando para mis adentros, puntas de ovillos-relatos de los seguro seguiré tirando. Próximamente.
¿Y ustedes?
PD: Ilustración de Sonia Esplugas.
PD2: Estoy abriéndome una cuenta de Twitter para acompañar este espacio: @Ine_blog
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