"¡¿Cómo?! Pero ¡te faltan cinco para el peso!" Así responden muchos ante la propuesta del petting, pero nada más equivocado. Basta con escuchar los testimonios de aquellos que lo practican para darse cuenta de que este juego sacado del cajón de los recuerdos es capaz de encender las sábanas de cualquier pareja hasta niveles insospechados. ¿De qué se trata? Las reglas son simples: vos y tu pareja en una sesión quenchi, intensa y prolongada, en la que vale todo... ¡salvo el coito!
Sí, así como suena. Si la rutina sexual le pone el mismo gusto a cada uno de tus encuentros con él, si ya sabés de memoria sus arranques, sus debilidades, sus puntos altos y bajos, si ya creés que lo conocés todo, el petting puede demostrarte que siempre hay cosas nuevas por descubrir... sólo hay que saber buscarlas.
¿Qué es?
"Petting" proviene del verbo inglés "to pet", que alude a besar, mimar, acariciar, tocar... ¿Te resulta conocido? ¡Y sí! Sin saber que se llamaba así, todas nos toqueteamos en la puerta de casa con nuestro primer novio o franeleamos en la intimidad de nuestro cuarto atentas a que no aparecieran nuestros viejos.
El petting es de lo más usado por aquellos que todavía no se animaron al debut sexual, por las adolescentes temerosas o hasta por aquellas que quieren mantenerse vírgenes hasta el casamiento. Y claro, como no podía ser de otra manera, por muchas que quieren evitar el embarazo (método efectivísimo, si los hay).
Pero además de todo esto, es una práctica que, como todo juego, es ideal para cambiar la vida íntima con tu pareja, conocerse más a fondo y reavivar el placer. Dejar de lado la clásica penetración y concentrarse en otro abanico de sensuales posibilidades puede resultar altamente erótico si se toman el tiempo para probarlo y hacerlo en serio.
Pero ¡¿qué hago?!
En principio, la base del petting es buscar tus zonas erógenas y las de tu chico. Explorar su cuerpo desde los pies hasta la cabeza deteniéndote en cada centímetro y olvidarte por un rato de la idea fija. Además, si aprendemos qué nos gusta, después vamos a tener mejores relaciones sexuales, con y sin penetración, ¡y se amplían las posibilidades de gozar!
El "simple" hecho de prohibir la penetración (por un día, una semana o por un mes) ya los va a disparar hacia otras maneras de excitarse que nunca conocieron (¿o acaso Picasso no pintó sus mejores cuadros cuando se autolimitó a usar solamente tonos de azul?).
Eso sí, ¡tienen que estar convencidos! Buscar otros estímulos y volver a jugar a esta especie de previa interminable puede resultar gracioso y hasta ridículo en un principio, pero ya van a ver que cuando empiecen a probarlo, no se van a arrepentir, y los dos van a alcanzar un orgasmo realmente intenso y muy diferente de aquel al que están acostumbrados.
Por Amanda Delfan | Ilustración gentileza de Fátima Onofri
¿Pusiste en práctica esta técnica alguna vez? ¡Contanos cómo te fue!
En esta nota: