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Qué necesario




Empecé el fin de semana proponiéndome ganar en dominio de mí misma (?). Al menos eso fue lo que sentí la madrugada del sábado, a eso de las 4 AM, cuando, a tientas, me levanté de la cama y con un par de libros en mano, me eché en el sillón a respirar hondo y a acomodar ideas. Una vez más me dije: "cuidá ese limbo con niñas, sé consciente de tu valor, nena, no sueltes la consciencia del centro, de tu centro y estate atenta a lo real y concreto que aparece... más atenta a eso, menos a las películas, propias y de terceros".
Así que empecé el sábado hecha una maestrita zen, en calma, yendo a la plaza, casi una mami publicitaria. Que la torta de arena, que te hamaco, que te agarro, que como quieran.
Por la tarde cayó mi madre. Bien por la abuela que vino a visitar a sus nietas... y mal por éstas últimas que, si bien estuvieron juguetonas, cuando aquélla abrió la bolsa de regalo con 2 pantalones tipo bombacha de gaucho, pusieron cara de nada, por no decir de asco.
Ya le había advertido a mi vieja que venían fanatizadas con las polleras, pero nunca imaginé que las retoñas le despreciarían así el obsequio. Por un momento temí que mi mamá pensara: "uh, cómo las malcría". Y puede que en parte haya mala crianza, pero créanme que, después de mucho tironeo, el asunto vestuario de mis hijas es una batalla perdida.
Por la noche y en línea con la propuesta inicial necesité meditar, escribir para mí y empezar a masticar el contenido de las próximas clases. Y entonces me di cuenta de que lo político me estaba alborotando, que estaba y sigo inquieta, que voy pudiendo vencer la autocensura (lo cual es mucho) y darle algo de forma a mis pensamientos. Sentí que quería también aquí permanecer activa, con lucidez, sabiendo que me es imposible acceder a la cosa misma, a la totalidad de información, por así llamarla, pero puedo confiar en mi olfato -que suele ser bueno- para elegir a aquellos que me ayuden a interpretar profundamente el caos.
Y parecía que todo seguiría en armonía pero hacia el mediodía del domingo, la maestrita zen se fue a la mier... Oh, sí, delicias cotidianas. Y aun así, no llegué a rayarme como otras veces, pudimos salir a almorzar, lidié con el clima tenso y las niñas expresándolo en sus llantos y ya por la tarde, junto con el viento frío, pudimos reacomodarnos. Abrazos y al rato Fede en papel de payaso, niñas riéndose, juegos, fotos... "¿y qué hora es?" "Casi las 6..." "Ah, bueno, me voy a escribir el post". "Bueno, dale". "Ok. Vamos".
Y no saben lo que agradezco llegar a este momento en un estado en sintonía con mi propuesta del inicio. Quizás el desenlace positivo sea por demás predecible en mis relatos, pero siendo que éste es un blog diario, de una mujer de carne y hueso (con hijas de carne y hueso), uf, qué necesario.
¿De su fin de semana qué me cuentan?

PD: ¡Bienvenido Romeo!

Nietas y abuela dibujando

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Mamá con gorrito de Luna. ¡Gracias, tía, por la ropa!

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Dibujá, mi amor, así puedo hojear una revista

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Papá payaso fuera de cuadro

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