Me vine a la terraza del edificio a escribirles. Anoche descubrí este lugar para cumplir con el ritual del escrito. Es lindo porque estás más en contacto con el cielo, todo despejado y hay mucho silencio. Y como el edificio es nuevo, todavía faltan ocupantes... y bullicio.
Con la piel de gallina y una postura un pelín encorvada, me pregunto: ¿Querés hablar de Dios justo hoy? (alguien ayer te lo pidió) ¿Creés en Dios? ¿Qué es Dios?
Sí, creo. Creo en todo. Creo en creer. Creo en la fuerza creativa de las creencias, como si creer y crear fueran almas gemelas.
¿Cómo es mi Dios? No lo sé a ciencia cierta. No tengo necesidad de ponerlo en palabras, camino tranquila y vivo feliz con esa ignorancia.
Sí sé que mi Dios no es el Dios cristiano, aunque Cristo como Maestro me cae simpático. Me gusta. ¿Si Cristo fue o es un Dios encarnado? Ni idea. Lo dejo en el plano del misterio; tampoco necesito saberlo.
Sé que las iglesias me provocan respeto, me generan calma, pero no me nutren a pleno el alma. Prefiero contemplar la Naturaleza, los niños, la danza, el silencio (como en este exacto momento).
También entiendo que cada uno elige qué creer y con quién identificarse, pero que toda institución de poder político tiene tantas virtudes como vicios.
Pero volviendo a mi Dios, al Dios en el que creo, que no tiene forma, que no es Padre, que es Todo, pero no soy yo en sentido pleno... ¿Cómo lo explico?
Yo estoy todo el tiempo en diálogo con Dios. Cuando me siento a escribirles, por ejemplo, siento unos susurros de ángeles que me dicen: "escribí esto o escribí aquello". ¡Pero eso no es Dios, es intuición! Bueno, intuición es cómo yo me relaciono con ese plano, con esa Fuente, Energía, Super-consciencia (o cómo quieras llamarla).
Uy, tengo tanto frío que estoy temblando, cómo bajó la temperatura en un rato.
No sé. No sé si era el tema indicado, cuando entro en crisis me falla el wi-fi con Dios. ¡Pierdo conectividad!... pero es parte del proceso de crecimiento con el que Dios está obsesionado. ¡Dios es travieso y juega todo el tiempo! Sí, ese Dios también me cae simpático, ¿a vos no?
¡Tirémonos del tobogán con Lupe y sigamos meditando!
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