Soy una persona sensible, a veces demasiado para mi gusto. Si pienso en momentos clave de mi vida, de tristeza, de furia, de nervios, de éxtasis ante un hecho artístico, en varias de esas ocasiones me veo con los ojos llenos de lágrimas.

Podría hacer una lista interminable de libros y películas con las que lloré, pero voy a mencionar los más significativos:
Hace poco Ine Sainz habló en su post Quería liberar un libro, sobre Mi Planta de Naranja Lima y yo comenté que ese autor, José Mauro de Vasconcelos, es uno de los que más me conmovió en toda mi vida. Desde Corazón de Vidrio hasta Las confesiones de Fray Calabaza, los temas que trata son durísimos: pobreza, desilusión, traición y muerte aparecen con frecuencia en sus cuentos y novelas, ya sea desde la mirada de un animal o desde la de un niño que crece y se enfrenta a un mundo complejo en el que, a pesar de todo, logra encontrar un poco de amor.
*Lloré mares con Mujercitas, de Louisa M. Alcott y con Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë. Ambos libros los volví a leer durante mi infancia y adolescencia varias veces.
*Tendría unos diez años cuando leí "Cuentos para llorar sin rimmel" de Poldy Bird. No lo aconsejo para personas impresionables. Por el contrario, me encantan las "Instrucciones para llorar" de Julio Cortázar.
*Lloré con muchos de los cuentos de Hernán Casciari. Tiene un talento especial para generar risas y emoción en sus lectores. Recomiendo Gaussian Blur También con audio.
*No puedo ver El Gran Pez sin llorar. Antes del final ya me preparo y empiezo a lagrimear. Nunca falla.
*Into the Wild me agarró desprevenida, no sabía nada de la historia, y vi la película antes de leer el libro (que arranca contando el final ). Me angustió mucho. Lo mismo que Amores Perros, que la vi en el cine y sufrí demasiado.
*Algunas animadas son muy lacrimógenas. Toy Story 3, y la primera parte de Up, me llegan directo al corazón. También Ratatouille, en la escena del crítico.
*Las películas románticas todavía logran su efecto. Titanic a la cabeza.
*Hay canciones que me provocan extrema piel de gallina. Me pasó con algunos temas del show de David Gilmour y con Adiós Nonino si está interpretada por una orquesta y tiene violines.
*El último mundial fue una fuente de euforia y tristeza, con lágrimas incluidas por ambos sentimientos. La copa Libertadores 2015 me hizo llorar de felicidad.
No me voy a sumergir en las causas más lógicas del llanto, la pérdida de los seres queridos, la muerte en general. Empecé a escribir este post porque un hecho puntual me hizo reflexionar sobre la necesidad de esta descarga emocional.
Puede resultar molesto o incómodo no poder decir las cosas con claridad porque las palabras se empañan o se traban en la garganta. Creo que es una de las razones por las que empecé a escribir cuando era chica, al hacerlo, podía expresarme mejor, en mi propio tiempo.
Con los años aprendí a controlar un poco las emociones. Hoy si algo me enoja, respiro y pienso, me tomo dos segundos, (tres, cuatro), antes de hablar y eso me ayuda a no dejarme llevar por lo primero que se me pasa por la cabeza. Intento, y ese es un ejercicio de voluntad, ponerme en el lugar del otro, entender sus razones, aceptarlas. Trato de no decir palabras hirientes, no me gusta pelear, menos llorar de impotencia. ¿Será esa la famosa madurez? ¿Será que por fin tengo el poder sobre las emociones?
A veces creo que sí. Pero es probable que no.
Llorar hace bien, es necesario. Es un proceso fisiológico que permite reducir el estrés. El lagrimal lubrica los ojos y nos sentimos más aliviados. Es una de nuestras formas más primitivas de expresarnos desde que nacemos y tomamos la primera bocanada de oxígeno. Por eso creo que a esta altura eso de que "los hombres no lloran" quedó muy atrás en la historia, aunque todavía existan padres que educan a sus hijos bajo esos principios.
Hace unos días me venía sintiendo mal, una especie de opresión en el pecho que atribuí a la presión baja, al calor y al movimiento de las fiestas. Pero la molestia estaba ahí, era una presencia apenas perceptible. A su vez, me venían pasando cosas desde el exterior que si las unía, las podía interpretar como agresivas, algunos golpes, pequeños accidentes, llamados de atención. Decidí hablar con una amiga "bruja", y tener su percepción de los hechos.
Gracias a sus palabras me di cuenta de que a lo largo del año había vivido situaciones similares que en lugar de provocarme dolor, me habían enojado. Que había buscado justificarlas siempre como parte de un aprendizaje, pero que en realidad no había aprendiendo nada. Que estaba negando mi parte más "oscura", esa que todos tenemos y que es inherente a nuestra dualidad como seres humanos. Que había dejado de llorar.
¿Cuál era la solución? Hundirme en la tristeza, bucear en esos sentimientos de los que escapaba. No buscar excusas para humedecer los lagrimales con películas, llorar por las causas correctas, pensar en esas personas que me mostraron un reflejo de lo que soy. Perdonar. Llorar. Agradecerles.
En esa tarea estoy ahora y por eso escribo este post, porque estoy más aliviada y quiero compartirlo con ustedes.

Me pueden escribir a kariuenverde@gmail.com
Les mando un abrazo grande.
Kariu
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