
Quiero que mi tonta felicidad se quede aquí conmigo (y con Uds.) por siempre. Podemos sobornarla con cualquier cosa, total la muy tonta se convence fácilmente. Podemos cantarle, podemos inventarle un cuento, podemos mimarle los pelos.
Ayer me sentía así, tontamente feliz. Todo era fácil, ligero y suave. Y hoy, que se me presentan algunos desafíos emocionales básicos y pavos, la tonta felicidad se hace... ¡la tonta! Pero yo la voy a terminar por convencer, porque estoy empecinada en hacerme su amiga (su amiga más fiel, yeah) y salir juntas a caminar por ahí. Y confiarle todos mis secretos, y todo eso que venimos haciendo.
Vení, dale, vení conmigo, quedate acá chiquita, tonta, sin que nadie nos vea, shhh.
No, nada nos va a jorobar, no no. Ahora que tenemos las antenas bien puestas y sabemos que ESTO es y seguirá siendo una fiesta; que tenemos que disfrutar, dejarnos llevar, descostillarnos de la risa un rato o simplemente aceptar, sea lo que fuere, que el cielo a veces se nubla y otras veces llueve.
Ahora verde que te quiero verde.
Y como quiero que esa tonta felicidad los contagie a Uds. también, hoy seré breve. Se me vienen mil frases tipo slogans de publicidad, pero como ya se las saben de memoria, vamos a obviarlas, a pasarlas por alto y a arrancar la semana con una consigna recontra super archi tonta. Tontísima. Aunque (al comienzo) nos cueste.
Seamos tontos, se animan? Seamos exageradamente tarados. Simples. Vagos. Pícaros, si prefieren. ¡Nabos! Hay premio re tonto para que el se anime a contar o a decir la tontería más pánfila de todas.
PD: ¡Chini tiene paraguas nuevo! Lero, lero.
En esta nota: