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"Recién lo conozco y quedé embarazada"

Tener un hijo con un hombre con el cual todavía no formaste una pareja sólida no es fácil. Pero hay muchas maneras diferentes de transitar esta experiencia




La noticia te puede sacudir como un terremoto

La noticia te puede sacudir como un terremoto - Créditos: Corbis


Por Carolina Esses
La noticia los tomó por sorpresa. Es que siempre estuviste dentro de ese 99 por ciento de eficacia que promocionan la mayoría de los métodos anticonceptivos. Es que a él nunca jamás se le había roto un preservativo. Hasta ahora. Porque los mareos y ese cansancio mortal que sentís indican que, decididamente, estás –están– dentro de la franja del 1 por ciento. De golpe, todo parece acelerarse vertiginosamente al ritmo de los más de cien latidos por minuto que escuchan en la primera ecografía. Y empezás a procesar la idea: van a ser papás. Sólo que todavía no son exactamente una pareja. Salían desde hacía ¿cuánto?, ¿unas semanas?, ¿un par de meses? Si sos súper joven, puede que la noticia te sacuda como un terremoto. Si estás más cerca de los 35, quizá te asalte otra pregunta: ¿no será que de verdad, más o menos conscientemente, deseabas tener un hijo? Por supuesto que cada caso es único y habrá que bucear en tu propio deseo para responder a esta pregunta. Lo cierto es que el horizonte anuncia grandes cambios: aquí va un panorama del paisaje que, entre los dos, pueden ir dibujando.
Deciden convivir
Les faltan horas de vuelo juntos, apenas se conocen, no tienen mucha idea sobre el entorno de cada uno, ni siquiera saben si comparten los mismos gustos o rituales cotidianos; las contras ya las sabemos. Pero a pesar de todo, quieren sumergirse de lleno cada uno en la vida del otro. Acá, más que nunca, es importante que, cualquiera que sea tu edad, la decisión sea de a dos, pensada, madurada sin presiones en relación con esa tríada que se está construyendo –la madre, el padre, el bebé–. La tarea que se viene para los dos es construir un lugar para ese futuro hijo en el pequeño departamento de dos ambientes, sí, pero sobre todo, proyectarlo en sus vidas. Quizás, al contrario de lo que sucedería con una pareja consolidada en la que la atención de los dos estaría puesta solamente sobre el bebé, aquí la mirada se disperse un poco y por momentos estén más focalizados en descubrirse ustedes que en construir el universo del bebé que se viene. Esto que quizá, por momentos, parezca una contrariedad puede no serlo: vivir juntos les va a dar la posibilidad de conocerse a full y de encontrar en esa convivencia el deseo genuino de estar juntos.
Deciden seguir juntos, pero no vivir juntos
Prefieren no apurarse, concentrarse primero en el bebé que llega y no precipitar una relación que, sienten, se puede ir dando paso a paso. Hoy por hoy, es una decisión muy frecuente. Por ahí son muy jóvenes. Quizá les falte seguridad económica o un departamento donde arrancar. Tal vez les dé miedo la llegada de un bebé que, es cierto, no esperaban. Aquí lo importante será generar espacios en común que los lleven a ir madurando la idea de ser padres y, si todo sigue viento en popa, ir consolidando la relación. No es necesario estar juntos las 24 horas del día para que cada uno vaya comprendiendo la importancia de su rol o para conocer al otro. Lo importante va a ser buscar, a pesar de la sorpresa de la noticia, cierta madurez emocional para poder asumir la responsabilidad de la nueva paternidad y maternidad. Va a ser fundamental que, a pesar de no estar viviendo juntos, él se sienta involucrado en la situación. A veces, las mujeres tendemos a sentirnos todopoderosas en el embarazo. Si además vivís con tus padres, es muy probable que a él le cueste entrar en escena. En este sentido, va a ser fundamental que el entorno entienda que ustedes son los padres de ese futuro bebé, que se están conociendo y que quieren armar un futuro hogar de a tres, no una multitud.
Deciden no estar juntos
Como pareja, no ven un futuro demasiado alentador. Y ya sabemos que no hay peor entorno para un hijo que la convivencia de dos que no se aman o que no tienen ganas de intentarlo. Acá lo más importante va a ser que, de todas maneras, logren establecer un vínculo que favorezca la llegada del bebé y, después, su crianza. Ya sea desde la amistad, cierta camaradería o, simplemente, dejando de lado rencores, reproches, broncas. Es fundamental que, a pesar de cómo haya sido la situación que generó la ruptura o la imposibilidad de arrancar con esa relación de pareja, el rol del padre no quede desdibujado detrás, por ejemplo, del de los abuelos. La realidad es que durante los primeros tiempos del bebé vas a ser vos la que otorgue el ritmo que permita que el padre se involucre. No te olvides de que es en los primeros meses de vida que el bebé establece –o no– un vínculo con su padre. Que él pueda disfrutar de su bebé, que aprenda a conocerlo, a acunarlo, a mimarlo, va a favorecer enormemente la relación entre ambos, aunque ustedes no sean pareja. Ni hablar de que vas a necesitar que te den una mano, y la verdad, lo mejor es que quien lo haga sea el padre.

Lo que le toca al papá

A veces, no hay manera de remontar una relación con el padre del bebé. Las razones pueden ser muchas, no importa. Lo indiscutible es que como padre, el chico en cuestión tiene una cantidad de obligaciones que, hoy por hoy, debe cumplir sólo a partir del nacimiento. Sin embargo, y afortunadamente, de aprobarse el proyecto de ley que busca modificar el Código Civil en lo referente al derecho de familia, estas obligaciones empezarán a regir desde el embarazo. Según el artículo 665, el padre deberá garantizar ayuda en alimentos, remedios y atención médica a la madre. Para esto, ella deberá demostrar de algún modo la existencia de un vínculo entre ambos. Esta reforma –que se basa en el principio de vulnerabilidad– apunta a proteger a las madres solteras y adecuar el Código a los cambios que en los últimos treinta años transformaron las configuraciones familiares en el país.

Y a vos, ¿te pasó?

Los relatos son verdaderos, pero las identidades están preservadas.
Gimena

35 años
"Cuando nos enteramos de que estaba embarazada, hacía tres meses que salíamos y teníamos 20 años. Nos mudamos juntos porque queríamos compartir el embarazo. Nos fuimos conociendo en la convivencia y creciendo juntos. Hoy, además de Mateo, tenemos a Lucas y a Felipe. Y, a pesar de que nadie nos tenía mucha fe, hace 15 años que estamos juntos".
Lupe

33 años
"Nos conocíamos desde hacía sólo tres meses, pero yo estaba enamoradísima cuando el test me dio positivo. Intentamos una relación que no funcionó y nos separamos en el sexto mes de embarazo. Me costó, pero siempre me ocupé de que él tuviera un lugar en la vida de Jacinta. Al menos sé que lo intenté, la puerta está abierta para que ella tenga un vínculo con su papá".
Mariana

29 años
"Me fui a vivir con él apenas supimos que llegaba Juana. Casi no nos conocíamos. Yo tenía 27 y él, 25. La convivencia no era buena, nos peleábamos por todo, así que decidimos continuar pero en casas separadas. Fue toda una movida: yo volví a la casa de mis viejos. La llegada de la beba fue una inyección de energía: hace dos años que estamos juntos y muy felices".
Experta consultada
Lic. Elba Serafini, psicóloga y profesora universitaria de Psicología, M. N.: 15724.
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