
Por un momento tuve ganas de romperlo todo, y no hablo precisamente de huevos de chocolate. Es que ciertas opiniones elevadas a juicios universales, uf, me enervan, me sacan, me ponen de la cabeza.
Ningún tema zafó de mis debates familiares de sobremesa (incluido el affaire Lousteau-Viale). Empezamos en lo de mi vieja con mi hermano defendiendo a rajatabla las ideas de Manuk (¿Viste, Ale, las repercusiones de escribir para tantos!?)
"Cuchame, Nico, si las mujeres del blog, por dar un ejemplo a mano, si las mujeres del blog no fueran graciosas y no tuvieran sentido del humor, ¡¿vos creés que lo hubieran votado a Manuk?! De hecho, el día anterior a la votación estaban (¡estábamos!) meándonos encima con su versión delirante de Luisa ¿o no?! (...) Ok, festejamos chistes pero no somos graciosas, así sería la cosa?! (...) ¡No, no y no! Nos reímos de distintas formas. Y el hecho de que haya menos mujeres-humoristas (que varones) puede tan sólo tener que ver con una cultura machista donde las minas, hasta hace unas décadas, difícilmente salían de la cocina".
Y no me den más cuerda, pasemos al día domingo con mi familia política. Siguieron los debates. Pero de verdad ahora no me da el coco para reproducir estos últimos porque mi cuñado, un psicoanalista filosófico radicalizado, tiene unos pensamientos demasiado complejos para este espacio. Ya haré el intento (más adelante).
Lo cierto es que volví a casa repitiéndome una sola palabra: TOLERANCIA ¡¿Cómo hacemos?! ¿Cómo hacen Uds. para soportar opiniones que no sólo creen equivocadas, sino que casi no admiten disenso?
En principio, antes de abrir la boca, Inés, pensá que tu punto de vista es sólo tu punto de vista. Pero ¿puedo enseñarle a mi hija "esto es bueno, aquéllo es malo" si todo lo relativizo?
A veces quisiera un mundo chiquito, simple, donde todo sea fácil, blanco y negro, donde a diario me llenen de abrazos y nadie me pelee por lo que pienso. Ah, sí, yo tampoco debería pelear al resto, es sólo un detallecito. ¡Sí, soy peleadora! No puedo evitarlo. No puedo evitarlo, sobre todo, cuando los pensamientos pecan de soberbios por algún lado. Me sale la justiciera loca, enardecida, más intolerante que nadie... y ya, ¡al carajo! ¡no me rompan los ovarios!
¡Te felicito, Manuk! ¡Espero ansiosa los post del resto!
En esta nota: