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Se avecina




Se avecina. Ya se siente su sombra y el eco de sus pasos. Avanza a paso firme el Monstruo Mundialista y unos pocos todavía no nos decidimos si verlo y si sí, cómo y cuánto.
No lo juzgo ni lo critico. Si lo llamo monstruo es por su carácter de gigante, por el alcance de su revuelo. Debe ser uno de los eventos sociales-deportivos que más miradas convoca sobre la faz de la Tierra.
¿Cuántos serán los "enchufados" a él, suspendiendo parte de su rutina o cumpliéndola a medias sólo para seguir en detalle, segundo a segundo, el devenir de un juego?
No soy amante del fútbol y sin embargo, sólo una vez pude zafar de de la hipnosis colectiva. Era el año 98, y yo una estudiante universitaria que se enfrascaba horas y horas, días y días, en lecturas de intelectuales de siglos pasados, sin ningún interés por el hecho vivo, masivo de un Mundial de fútbol.
En el otro extremo: el Mundial 90, por lejos, el más sentido y con el paso del tiempo, el más rememorado, mitificado casi. Todavía hoy me tiento escuchando "forse non sarà una canzone a cambiare le regole del gioco..." y basta que llegue a la parte del estribillo ("notti magiche, inseguendo un goal, sotto il cielo di un'estate italiana") para activar en mi cuerpo una ola de electricidades. Emociones no sólo asociadas a la vivencia de aquel torneo, sino al fin de una época, el fin de una infancia y el despertar de la adolescencia.
Creo que podríamos contar la biografía de cualquier persona si sólo nos detuviéramos en cómo fue -a lo largo de los años- viviendo este acontecimiento. Cómo fue cambiando el modo de habitarlo, desde qué espacio geográfico, desde qué ámbito, haciendo qué actividad, acompañado por qué amigos, familiares, compañeros.
El último Mundial, por ejemplo, ya lo viví atravesada por el blog. Me iba al café de la esquina y luego lo comentábamos y discutíamos acá (algunos defendían a muerte a Maradona, otros le daban duro) sin llegar a convertirlo en un mono-tema.
¿Y este Mundial? Llegué a preguntarme: ¿tengo que verlo? Ya sé, nadie tiene que ver un Mundial, pero no hacerlo es quedarse al margen de la gran mayoría de las conversaciones. Del interés de la mayoría.
Sería hipócrita si dijera que no veo la hora de que empiece, aún no tengo esa fiebre. Será cuestión de empezar a calentar el televisor. No tardo mucho en contagiarme el entusiasmo y ponerme la camiseta. En ese sentido soy permeable.
De momento, estando sola -y con hijas que cuando prenda la tele, van a exigirme que miremos dibujitos- le propuse a mis amigas que nos juntemos. De ser posible. Amigas-con-hijos todas... puede ser una buena excusa de encuentro.
Una buena postal (para el futuro) de estos años de mi vida.
¿Cuánto les importa el Mundial a ustedes? ¿Cómo, dónde, con quiénes van a ir mirando los partidos? ¿Cuál fue el Mundial que más disfrutaron y/o padecieron?
Y no pude conmigo misma. Por favor, no dejen de verlo:
PD: Semana que viene, sin falta, subimos el texto de Octavio. Para contactarse por privado o por taller a distancia: inessainz@msn.com ¡Muy buen fin de semana!

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