Antes que nada: gracias. Sí, anoche terminé de leer los comentarios y me quedó una sensación de paz revoloteando. Ah, pero qué maravilla, me encanta poder contemplar la pluralidad de puntos de vista; y aún sin perder el mío propio (cuestionándomelo, sí, reafirmándolo todavía más a veces o enriqueciéndolo con detalles en los que no había reparado), esa ESCUCHA EN STEREO siempre me equilibra.
Y dicho esto, hoy voy a dirigirme al señor invierno, que hoy es nuestro destinatario.
Escúcheme, Señor Invierno, sí, a Usted le hablo, no se haga el sonso o el distraído mirando para el costado... ¡A usted! ¡Sí, sí! ¡A usted!
A ver, el año pasado cuando lo sentí aparecer estaba hecha un perrito mojado. Y me asusté. Recuerdo estar preguntándome en voz alta -ya en otoño- cómo haría para soportar la crudeza de sus días... ¡cómo haría con mis hijas! ¿Y quiere que le confiese algo? La pifié. Porque esas actitud temerosa hizo que usted me tenga de "che, pibe" hasta después de la primavera. Sí, una mier...!
Ahora, ¿sabe una cosa, Señor Invierno? Escúcheme bien. Sepa lo siguiente. Sepa que este año no sólo no me mueve un pelo (crecí a la fuerza), no sólo no me mueve un pelo, sino que, además, tengo guardada la mejor de las estrategias: voy a calentarlo.
Ah, sí, este invierno me ne frega salir toda emponchada (aunque después lo haga), me ne frega estar pensando en lavarme bien las manos o tomar equis jugo de naranja...
Yo este invierno me voy a inflar de amor, de relajo, de optimismo, de risa, de mucho buen humor, de lecturas nutritivas, de encuentros intensos... de lo que sea que me caliente el cuerpo, el alma, ¡la vida!
Quiero probar ricas lentejas, el guiso de pollo de mi abuela, cafecitos al paso de Havanna y caminar por la calle soplando el aire, agradeciendo tener un invierno para acurrucarnos un rato y dormir siesta... y que, por suerte, para todos: pasa rápido.
¡¿Qué les parece mi estrategia?!
¿Cómo se están llevando ustedes con el invierno al día de la fecha?
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