Sepan que si ayer y anteayer me ponía peleadora, lo hacía conmigo misma. Reaccionando contra la Inés que en el pasado defendía en nombre del "amor" su necesidad posesiva (sí, lo sé, hacía lo que podía; cada uno hace lo que puede). Y porque, además, siendo muy amante del matrimonio, en el fondo me obsesiono con dar con un diseño del mismo, que a largo plazo no sea contraproducente.
Y hoy vamos a darle una vuelta de tuerca a los "pensamientos mínimos". Como venimos de jornadas de mucho seso, quiero que hoy, en lugar de exteriorizar pensamientos, hurguemos en las sensaciones del cuerpo.
Ahora, por ejemplo, me siento calentita. Digo esto porque hace un rato tenía puestos unos soquetes que me dejaban una franja de tobillo al aire, y cuando me tiré a dormir a Chinita, me vino un fresquete.
Tengo la panza llena: comí bien y abundante. Ensalada fresca y milanesas. Y me acabo de terminar un té de manzanilla y casi un chocolate entero de los grandes.
No siento olores ni ruidos fuertes; sólo el "chik chik" de las teclas y algún que otro coche noctámbulo que pasa por la calle.
¡Tengo sueño! Sí, una sensación de anestesia general en el cuerpo, como si en parte ya estuviera durmiendo.
Y ahora, justo en este momento, siento una corriente de energía en la zona de la cabeza, como si China estuviera tocándome las mechas.
Por último, me salgo un segundo de lo estrictamente sensorial, para decirles que los quiero. Que mi corazoncito, además de vibrar muy bien con mi marido, vibra feliz con ustedes. ¡Gracias siempre!
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