





Y ahora que se fue el Tano y su familia busco momentos de silencio, mínimos, de total presencia y menos cabeza... pero cuanto más los busco, menos los encuentro. O sólo aparecen por intervalos ínfimos... y así como se dan, se me escurren de los dedos.
Son las 4 y monedas y llega mi viejo de visita. Trae un juego de masas para las nenas, para Lupita, por su cumple. Mientras ellas se echan al piso, estiran las masas y las mezclan, yo me escapo a la pileta. Me sumerjo. El agua está óptima. Apoyo mi tórax sobre la jirafa inflable y por un instante casi que...
Bajo la vista, una hormiga. Una hormiga grande, roja. Está ahogándose. Pienso: "¿la salvo o la dejo? ¿y si la salvo, me pica? Mejor la dejo", me digo egoístamente y sigo... Luego Pato (ex compañera de 4K) me habla del berrinche de Jose, su nena... y ya se me terminó el tiempo, debo volver a la cabaña, lo dejé varios minutos solo a mi viejo.
Ahora llegamos en auto -padre, Fede, hijas, Dylan y quien suscribe- al Hotel Loma Bola . De ahí sale el camino al mirador del que les hablé el otro día. Nos sentamos, pedimos lágrimas, medialunas y cuando veo que la comida/charla se agota, tiro: "¿y si voy sola?" "No, no, sola no, llevate a una nena y a Dylan", me dice marido. "Okey, dale".
"Vamos, Dylan, Vamos China". Lupe llora, no quiere que mamá se vaya. Recién cuando se calla, después de un rato, retomo convencida la marcha.
Estoy tan infantilmente contenta que grito: "¡La puesta del sol!" mientras los 3 corremos. "La postada del sol", repite mi hija... y seguimos trotando por el camino, olvidándonos de momento que se trata de una montaña, y vamos en subida.
"¡Allá, allá, dale, llegamos!" Dylan está eufórico, también China que zas, justo en la recta final se resbala y vuela (al suelo). "Uh, bueno, no pasa nada, Chi". La siento en una silla (justo en el mirador), le sacudo la tierra... "y perate un segundo que saco una foto... ¡No tengo batería casi!" Otra más y chau, la cámara se apaga. Y en eso empiezo a escuchar un goteo, ahora un chorro... ¡¿Un chorro?! Me doy vuelta y ahí sigue mi nena, meándose... con carita de Gato con Botas diciéndome: "No me aguanté, mami..." Y bueno.
"Se viene la tormenta", me recuerdo, le pongo rápido un pañal de Lupe (que tenía en el bolso), la alzo y "dale, Dylan, apurate que se larga, ¡yo corro!".
¿Y ustedes? ¿Recuerdan momentos de contemplación, relax, aventura... fallidos o accidentados en algún sentido?
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