Los revolcones representan vínculos sin complicaciones y mucha aventura
Por Denise Tempone
En días de relaciones difíciles, lanzarse a la cama con alguien a quien no tenés intenciones de convertir en tu pareja no solo parece una opción tentadora, sino que hasta tiene buena prensa. Sin embargo, el revolcón tiene ciertas reglas de juego que no a todas nos gustan y no a todas nos sirven. Y es que, así como el sexo en pareja trae intimidad y complicidad, los revolcones de soltera representan la promesa de vínculos sin complicaciones y con mucha aventura, con todo lo que eso implica. Ahora, si salieras a navegar por mar abierto, ¿se te ocurriría prescindir de la brújula? Establecer un criterio propio es fundamental para disfrutar (o lidiar) con la modernísima expresión de ¿amor? que es el revolcón. Conocerte a vos misma es clave para orientarte en el vasto océano de la soltería, que hoy más que nunca ofrece encuentros de todo tipo. ¿Es esta una opción válida para vos? Leé las FAQ acerca del revolcón y decidilo.
¿Para qué?
Mientras que en tu adolescencia ser libre significaba disfrutar de tus primeras conquistas, hoy la libertad es ser fiel a tu deseo cuidando al mismo tiempo tu salud, tu bienestar emocional e incluso (para las que creen) tu energía espiritual. Entender los códigos del contexto en que te movés y establecer expectativas realistas es fundamental para mantenerse en eje, en un mundo que a veces se vuelve tan liberal que asusta.
Nuestras madres y abuelas ni se planteaban estas cosas: ellas no necesitaban aprender nuevos códigos ni ninguna brújula porque el rumbo ya estaba establecido. Navegaban en un charquito. Un conjunto de normas sociales les enseñaban cuándo, cómo y, sobre todo, ¡con quién! relacionarse. Hoy no hay reglas ni manuales, básicamente, podés hacer lo que quieras cuando quieras con quien se te cante. Y aunque esto suene bien, timonear a mar abierto puede ser desconcertante.
¿Con quién?
Por definición, el revolcón es ese encuentro que se asume efímero, momentáneo y desinteresado afectivamente, lo cual te anticipa la respuesta: con alguien que no te interese sentimentalmente. El revolcón no es el "anzuelo" para enamorarlo ni el comienzo de una gran historia romántica (aunque en el amor no hay reglas) sino el encuentro de dos personas que se predisponen a –¡hola, frialdad!– descargar sus necesidades fisiológicas juntos. Te revolcás con el "amigo con derecho", con la conquista de la noche o con ese que por alguna razón "no te termina de convencer". A decir verdad, en las épocas que corren, no es difícil encontrar un revolcón. Es ese flaco que te habla por Facebook y, en vez de invitarte a tomar algo, te invita a la casa de una. Es ese que no planifica una cita, te manda un mensaje de texto preguntando si puede pasar a verte. También es ese al que decidís llamar de golpe cuando preferís no salir un sábado y ese otro al que recurrís cuando te da fiaca buscar algo nuevo. Fundamentalmente, es ese que sabés que, aunque tengan piel y haya complicidad, no da –¡ni ahí!– para algo más. ¿Por qué? Porque no te gusta tanto, porque no tenés ganas de involucrarte con nadie o porque, aun cuando te enamora, no te cierra para nada algún aspecto de su personalidad.
¿Cuándo?
Tu nivel de desapego, riesgo y, ¿por qué no decirlo?, de calentura va a determinar los detalles. Si tu estilo es femme fatale, tal vez te cope la idea del one night stand sin mucho intercambio verbal. Por (casi) regla, los revolcones no suelen arrancar con una cita sino con una visita a domicilio con acción inmediata (pobres los taxi boys, se quedaron sin mercado, ja). Y sin histeriqueos milenarios: se trata de ser honestos respecto del deseo por el otro sin ensalzarlo con sentimientos o promesa de futuro. Muchas chicas recurren al revolcón cuando "necesitan mimos" o alguien que les suba la autoestima. No es lo más conveniente, puede funcionar, pero es solo por un rato: es un vínculo muy volátil como para "reposar" en él verdaderamente.
¿Cómo?
Existen dos reglas para conseguir y mantener un revolcón: la primera es regular (y escatimar) las muestras de afecto. La segunda, regular (y escatimar) los encuentros. Aunque sea un encuentro hot, vaya paradoja, el revolcón exige frialdad. Por esta razón, sus principales detractores lo definen como "sexo sin alma". Sin duda lo es. Pero en épocas en que el amor es escurridizo, hay quienes optan por el "es esto o nada" y también, claro, quienes lo disfrutan realmente.
Ahora, ¿es el revolcón sinónimo de usar a un hombre?, ¿o de dejarse usar? Estrictamente, no debería serlo, al menos, no mientras haya respeto de ambos lados. Y es este el punto más conflictivo al respecto. La práctica del revolcón femenino libre y festejado es relativamente nueva, lo cual implica que las reglas aún se están escribiendo. Existe una suerte de mito implícito que desgraciadamente se instaló entre las mujeres y que reza que en este terreno, en pos de conseguir lo que querés, muchas veces tenés que bancarte la que venga. Y esto habilita situaciones incómodas. Este mito hace ver como locas a quienes pretendan un mínimo cortejo o ¡respeto! por parte del "revolcado" en cuestión. De ahí que esperar detalles básicos como que respete la puntualidad, que no alardee de sus otras conquistas sexuales frente a vos y que se maneje con cortesía terminen siendo "exigencias desubicadas". Algunos sociólogos señalan esta reacción como el "castigo encubierto" que hace el género masculino al femenino por asumir libremente su deseo. Algo así como "si nos van a usar, bánquensela". Y es que, hay que admitirlo: en este entusiasmo por la libertad, muchas nos calzamos el traje de Wonder Woman y, sin darnos cuenta, también los ofendemos. ¿Qué es ofender a un revolcón? Tratarlo como un juguete. Que hombres y mujeres exijamos respeto es básico para que la cama no se convierta en un campo de batalla. Si sentís que el tipo es un desconsiderado, adiós para siempre. Después de todo, en el revolcón hay que dar algo más que el cuerpo: el respeto, ante todo.
¿Para quién?
A esta altura, te habrás dado cuenta de que el revolcón no es para todas. Muchas mujeres lo viven como la máxima expresión de libertad y poder. Les divierte, les hace bien y entienden la lógica rápido, al menos en cierta etapa de sus vidas o con ciertos hombres. A estas mujeres, el manejo del desapego las enorgullece, y no están buscando relaciones que necesariamente vayan a trascender. Otras no encuentran merito (ni placer) alguno en limitar las expresiones de amor y perder el tiempo con un tipo que no va. Están orientadas a encontrar niveles de conexión más profundos y consideran el revolcón un "premio consuelo" para las que se conforman con menos que un gran amor. Ambas posturas son válidas. No se trata de imponer o reivindicar un modelo de relación sino de mostrar que esta opción, hoy, también está en el menú. Como siempre, vos podés ordenarla o no.
Que el forro no pase de moda
Quizá te sientas confiada, te parece que el tipo es "sanito" (¿what?) y te toma la calentura, entonces no te cuidás. Sabé que el preservativo no solo previene enfermedades muy graves como el VIH o la hepatitis B y C. Además, evita otras gravísimas, como la sífilis y la gonorrea, y una en especial, que podría dejarte infértil: la clamidia. Ni hablar de los malos momentos que podés evitar previniendo hongos y herpes. El HPV se transmite durante las relaciones sexuales, pero usar preservativo no basta, ya que además podés contagiártelo al compartir las mismas sábanas, toallas o ropa interior que el portador. Por último, jamás sucumbas a la tentación del método de que él acabe afuera. No hace falta que te digamos que podés quedar embarazada igual, aunque él sea un experto controlador.
¿Tenés sexo casual? ¿Te cuesta no involucrarte sentimentalmente? Te dejamos algunas preguntas sobre sexo.
Expertas consultadas: Silvina Valente, sexóloga y ginecóloga. Viviana Wapñarsky, sexóloga y psicóloga.
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