Créditos: Corbis
Por Juan Yesnik
Especial para RevistaOhlala.com
Especial para RevistaOhlala.com
Si hay un mito sexual cotidiano que debemos desterrar es la creencia errónea de que el alcohol es un estimulante sexual y que la marihuana es un afrodisíaco.
Diversos trabajos realizados dan cuenta lo que pareciera ser un desinhibidor o un relajante que promueve la acción termina produciendo efectos negativos sobre las señales fisiológicas de excitación sexual.
Tal como señalamos en artículos anteriores, hombres y mujeres transitamos por cuatro fases en la respuesta sexual: excitación, meseta, orgasmo y culminación .
El alcohol puede facilitarnos poner el auto en marcha, vencer temores y otras limitaciones psicológicas. Sin embargo, al mismo tiempo que gira la llave, inhibe partes del sistema nervioso autónomo. Al dejar de circular nafta al tanque, seguramente, nos quedemos a mitad de camino.
En este sentido, esperando llegar al final del camino, no estará de más soplar la pipeta del control de alcoholemia para anticiparnos a los resultados que pueden esperarnos en la cama.
La ingesta de alcohol que supere los límites recomendables puede dificultar la respuesta orgásmica en las mujeres y, en los hombres, disminuir las posibilidades de erección, penetración, goce e intensidad de la respuesta sexual.
Así como el alcohol, las drogas no sólo inhiben conductas, sino que tiene efectos depresores sobre los estados anímicos y son disparadores de trastornos severos de ansiedad. Lo que en un principio parece ser un tobogán al placer puede terminar siendo un ascensor incontrolable.
Entre los efectos a largo plazo, los expertos creen, al igual que el alcohol, la marihuana: inhibe la producción de hormonas masculinas; reduce la producción de esperma, en cantidad y calidad; disminuye la lubricación vaginal; altera los ciclos menstruales; puede provocar alteraciones en la gestación y desarrollo del embrión, etc.
Más allá de los efectos químicos, así como quien se acostumbra al viagra, o creen que sin la pastilla azul jamás logrará un "alto rendimiento", es probable que nos hagamos dependientes de aquello que nos impulsa o desinhibe, más allá de los resultados.
De más está decir que los trastornos sexuales se convierten en crónicos en aquellos casos donde el consumo de alcohol o de drogas es algo habitual o cotidiano. En estos casos, además de los inhibidores del sistema nervioso del momento, también actúan la acumulación de, entre otras, deficiencias neurológicas, vasculares y endócrinas que hemos habilitado producto de la adicción.
Estarán quienes crean poder controlar el límite y optarán por integrarlo todo a expensas de un equilibrio justo. El bienestar sexual es un derecho y también nuestra responsabilidad.
¿Qué opinás del tema? Contá tu experiencia.
En esta nota: