Créditos: Corbis
Por Juan Yesnik
Especial para RevistaOhlala.com
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Se cree que "la primera vez" es por demás frustrante para un alto porcentaje de mujeres; generalmente, por la ansiedad y expectativa de "perfección" que le adjudican al primer gran encuentro. Por lo pronto, el "marketing del sexo" vende la escena de una primera vez con pétalos de rosa, música, velas y príncipes que sólo existen en las series y películas que suelen ver las adolescentes (y, por cierto, niñas mucho más pequeñas también).
Es mucho menor el índice de hombres que padece los efectos colaterales del "debut". En ellos, más allá de la adrenalina y la ansiedad hormonal del primer "gran partido en cancha de once", una vez que, como pueden, logran el gol, consiguen lo tan preciado: el reconocimiento social y el pase directo a la masculinidad. Esto no significa que no haya hombres a los que se les complica dar el primer paso para perder la virginidad (ya hemos hablado del tema en El último argentino virgen ).
En las mujeres se juegan otras cuestiones de fondo. Hay algo más que el miedo y el temor al dolor en la pérdida del himen y el encuentro carnal.
Es por demás evidente que cuando hablamos de "primera vez" nos referimos a "la primera penetración". No es que no sean importantes los besos, caricias, juegos eróticos y los posibles orgasmos que hayamos conseguido en encuentros anteriores a lo que solemos considerar el "gran debut"; pero "LA PRIMERA VEZ" (con mayúsculas) tiene un significado por demás especial para cualquier de nosotros.
Esto nos demuestra, una vez más, que somos "seres sociales" y que, en definitiva, nuestras experiencias están configuradas por la red o trama que nos tocó en suerte: el tiempo histórico, las condiciones sociales del momento y, entre tantos otros factores, por sobre todas las cosas, las características particulares de nuestro familia y entorno inmediato.
Si lo pensamos desde lo más biológico y natural, estamos destinados al sexo para reproducirnos. Pero cuando se piensa el sexo en torno al placer, ya es otro cantar. Aquí reside el "alto costo emocional" que debemos aprender a re-significar para, por un lado, promover el bienestar físico y emocional de quienes estén próximos al debut y, por el otro, para superar cualquier situación traumática que se haya disparado en el primer encuentro.
Aunque nos cueste creerlo, hay adultos que aún no han conseguido concretar "su primera vez" y otros que no han podido o no sea han permitido tener una segunda oportunidad. Revisar juntos estos aspectos, más allá de las críticas de quienes creen que es un tema trillado, nos ayudará a entender la importancia de la educación sexual y la comunicación entre amigos, parejas y familiares.
Estas son algunas de las sugerencias consensuadas entre los expertos (además de que sean válidos para promover un primer encuentro seguro, también son útiles para otras instancias de encuentro):
- Es un derecho elegir cuándo, cómo y con quién hacerlo. Más allá de las estadísticas, no existe una edad establecida para la primera relación. Cada adolescente o joven decidirá cuándo es su momento. Es importante poder decidir cuándo es que uno desea perder la virginidad. El sexo es un derecho y también debería ser entendido desde el debut como un acto de responsabilidad.
- Ante todo: la información. El debutante debería aprender a buscar (y tener acceso a) fuentes confiables con quienes hablar de la culpa, las dudas, los miedos y tantas otras incertidumbres que suele despertar el sexo. Es importante que los jóvenes tengan a disposición a alguien más que a la amiga o amigo que ya hayan dado el gran paso; es bueno que compartan la experiencia con ellos pero, docentes, pediatras, psicólogos y sexólogos pueden o deberían saber transmitir "algo más". El Estado, por su parte, debe asumir un compromiso fundamental en esta tarea (pero los padres y docentes no debemos esperar que los funcionarios se responsabilicen de nuestros hijos). La vida sexual empieza por casa.
- Saber qué método anticonceptivo seguro utilizar, para prevenir un embarazo no deseado o evitar el contagio de HIV o cualquier otra infección de transmisión sexual;
- Se puede postergar la decisión. Lo ideal es por hablar con anticipación con quien daremos el primer paso para estar más relajado y seguro. Es importante entender la necesidad del juego previo para dilatar y lubricar los órganos sexuales. Si hay dolor o imposibilidad de continuar, distenderse e intentarlo unos minutos después o en un encuentro posterior;
- No atribuirle al sexo la imperfección o la mala experiencia. La primera vez será como pueda ser. Ante todo, asegurarnos que sea un encuentro sexual responsable; ya habrá otras instancias sucesivas para aprender a "hacer el amor" y descubrir los estímulos que nos den verdadero placer. Tener en cuenta todas las sugerencias mencionadas nos ayudará a controlar las ansiedades y exigencias.
¿Cómo fue tu primera vez?, ¿qué es lo que más te preocupa a la hora de concretar (o que tu hijo concrete) el primer encuentro?...
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