No hace falta cuestionar las ganas, pueden venir porque sí - Créditos: Corbis
Por Denise Tempone
Todas vivimos estas rachas: si estás soltera, de pronto el subte se convierte en Disney, un lugar repleto de atracciones. Si estás en pareja, la rutina adquiere una intensidad inédita. Él te habla del pago de los impuestos y vos querés. Él dobla su ropa y vos querés. Él ni siquiera está, pero ¡vos querés! Mientras paseás por la calle y mirás las vidrieras, te preguntás si no será que, junto con el retorno de las remeras de Kurt Cobain y el escocés, no habrá también un revival del ardor teen que tan bien llevaste en los 90. Y entonces, te das cuenta de que probablemente no sepas tanto sobre tu fuego interno como pensabas. ¿Qué lo enciende...? ¿Qué lo calma...?
¿Cuánto es mucho?
Tenemos buenas noticias: no podés tener "demasiadas" ganas. En materia de salud sexual, la presencia del deseo siempre es celebrada, por lo que mucho –pero mucho– no necesariamente es "demasiado". Salvo una excepción: si está interfiriendo con tu vida. Mientras esto no suceda, no hace falta cuestionar las ganas, pueden venir porque sí, por razones profundas o por alguna pavadita que destrabó algo interno en vos. Aun así, en plan de autoconocimiento, existen motivos que tal vez te interese explorar. Para que te observes, decodificamos algunas situaciones típicas que despiertan la Pocahontas que vive en vos.
1. Estrenás objeto de deseo
La venías piloteando hasta que, ¡zas!, se cruzó él. El "subidón" que genera la atracción sexual es tan poderoso que ni siquiera los expertos saben qué cosas dispara. Ese cóctel de hormonas, psicología, historia personal, ilusiones y, ¿por qué no?, ¡magia! es lo que te pone tan en Babia. Sea un gran amor, un metejón, una pareja oficial o una gran tentación, el cuerpo se impone sin distinguir. Puro instinto.
2. Cambió el contrato en la pareja
Es lo que puede pasarte de repente, cuando tus hijos empiezan el colegio y se vuelven más independientes. De pronto, volvés a encontrarte quenchi sin haber detectado siquiera que lo que finalmente sucedió es que ustedes dos volvieron a tener tiempo para mirarse a los ojos.
3. Iniciaste alguna búsqueda
Te anotaste en una disciplina que te permitió reconectarte y puede que sientas mucho deseo como expresión de vitalidad. Sacudir el polvo te inspira a un buen polvo...
4. Los festejos compartidos
Las familias consolidadas entran en una racha quenchi cuando logran un objetivo colectivo: les aprobaron el crédito, el más chico dio bien todas las materias, finalmente uno de los dos consiguió ese ascenso que tanto buscaba. La noción de clan despierta deseos de unión y, claro, la cama es un lindo lugar para concretarlos. ¡Bravo!
5. Transitar un duelo
Aunque suene raro, el acercamiento a la muerte suele despertar contrarrespuestas fuertes como esta: las ganas de manifestar fuertemente la vida. No tiene por qué suceder al toque, pero con el tiempo, el sexo puede convertirse en una gran expresión vital.
6. Las adversidades
Mientras luchamos, solas o de a dos, para cumplir un sueño, nos sentimos más vivas que nunca, y eso se traslada a nuestro cuerpo. La pasión y la determinación no se prenden y se apagan, se arrastran a la cama y a nuestras relaciones. Esa es la razón por la que los obstáculos, a veces, se convierten en bendiciones.
7. El sexo
El sexo atrae más sexo. Cuando "activamos" nuestra sexualidad, ciertos cambios hormonales y respuestas de nuestro cuerpo se hacen más fáciles. Es como cuando te vas de vacaciones y dejás el auto apagado por mucho tiempo: no va a dejar de andar, pero si alguien lo enciende antes, a tu regreso, ponerlo en marcha va a costar menos.
8. Tu tiempo libre
Te bajaste de un curso o decidiste pasar más tiempo en casa, no es solo que tenés un pequeño resto de energía, es que finalmente tenés más resto para el ocio creativo..., y todas sabemos cómo termina eso.
9. Te gustás
Que te guste mucho otro no es la única opción. Verte linda con ese nuevo color de pelo, haber descubierto qué lápiz de labios resalta tu piel o haber logrado finalmente tonificar esa zona en la que tanto trabajaste puede llevarte directo a querer compartirlo con alguien.
10. El bombardeo cultural
Por ahí no frecuentás sitios XXX, pero te pegó Avenida Brasil. Más o menos expuesto, el sexo está en todos lados. No a todas nos gusta comprarlo de forma explícita, pero lo terminamos consumiendo. Y estos "consumos culturales" giran en nuestras cabecitas all day.
11. Una amiga que estrena novio
Está comprobado que las mujeres hablan mucho y muy detalladamente de sus relaciones cuando están comenzando, lo cual suele crear movilizaciones internas en todo el grupo de amigas. Entre chistes, risitas y confesiones, el repertorio de ratones se nutre y ¡te dan más ganas!
12. La búsqueda de afecto
Muchas veces buscamos sexo cuando, en realidad, queremos afecto. Cometemos ciertos errores en la decodificación de mensajes y no es cama lo que realmente necesitamos, sino compañía, mimos, amor. Tal vez esas ganas fuertes de abrazarte a un hombre no tengan tanto que ver.
El mito de las hormonas
Durante mucho tiempo, se intentó descifrar la verdadera influencia de nuestros ciclos hormonales en el deseo sexual, sin embargo, nunca se llegó a resultados contundentes. La razón de este "fracaso" es que la excitación sexual humana tiene un grandísimo componente psicológico. Por eso, aunque se supone que todas las mujeres deberían estar más excitadas durante la ovulación –justo en la mitad del ciclo, cuando el embarazo es más probable–, quienes (consciente o inconscientemente) no desean tener hijos pueden no tener la respuesta esperada. Estas mujeres pueden sentirse más atraídas al sexo durante la menstruación. Y ese es tan solo un ejemplo de la compleja interacción que existe entre nuestras hormonas y nuestra cabeza.
Más info:www.sexologiaactual.com.ar
Expertas consultadas:
Silvina Valente, ginecóloga y sexóloga clínica y vicepresidenta de la Asociación Argentina de Sexualidad Humana.
Verónica Ríos, terapeuta cognitiva y sexóloga clínica.
¿Te pasó? ¿Te sentís identificada con alguna de estas situaciones?
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